
COMENTARIO AL EVANGELIO
FIESTA DE LA REALEZA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
En aquel tiempo: Dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?» Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos. Mas ahora mi Reino no es de aquí.» Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»
Juan XVIII, 33-37
SAN JUAN CRISOSTOMO
Comentarios sobre la Epístola a los Colosenses. El Crisóstomo rke gran parte de ellos contra Pablo de Samosata (cf. Hom. 3: 61,317-324).
A) Divinidad de Cristo
a) IMAGEN DEL PADRE
San Pablo, explicando la dignidad del Hijo, nos lo presenta como imagen perfectísima del Dios invisible y en todo semejante a su modelo, y, por lo tanto, invisible como El (C01.1,15). No puede el arte humano producir imágenes consustanciales, pero sí que lo puede Dios. sa esta imagen no hubiera alcanzado tal grado de perfección, limitándose a un simple parecido, hubiera fallado la intención de Pablo de probarnos que Cristo, por ser imagen de Dios invisible, es superior a toda criatura. En esa forma, ¿no son también imágenes de Dios los ángeles y hasta el alma humana? Incluso gozan de cierta invisibilidad, siquiera sea relativa, pues si nosotros no los podemos ver, en cambio ellos se ven unos a otros (n.1).
b) PRIMOGÉNITO
Ni dice primer creado, sino primogénito (Col. 1,15), ciñéndose a indicar sólo la prioridad en la existencia. Es Primogénito porque es antes que todo. Más aún: todo ha sido creado por El y en El. "¿Qué quiere decir lo de en El? (ibid., 16). Pues que toda sustancia pende de El, porque no sólo la creó de la nada, sino que la contiene en sí mismo, Y si por .un momento se separase de su providencia, desaparecería".
"Por cierto que no emplea la palabra contener, que es Más grosera, sino otra expresión más sutil, a saber, la de Pender de El... En este sentido el Primogénito es el fundamento de todo, lo cual no significa quo las criaturas participen de su esencia, sino que todo existe en El y por El. Del mismo modo, cuando Pablo, en otro lugar, afirma quo puso los cimientos (1 Con 340), no Indica que comunicara su propia esencia, sino su operación" (n.2).
Después de habernos hablado de Cristo como el primero en el ser y como creador del mundo, pasa a proponérnoslo como el primero dentro de las generaciones humanas.
Cierto que siempre nos ha dicho que lo fué Adán, pero ahora el Apóstol se refiere a la Iglesia como la representación del género humano, y dentro de esa Iglesia, el primero es Cristo. Primero en la Iglesia y primicias de los que resucitan. Por cierto que el hablar de la creación no le dió este nombre de primicias, sino que le llamó Imagen del Dios invisible, Primogénito, etc., y, en cambio, ahora aparece esta nueva denominación para probarnos que es el primero y prometedor fruto de su obra de redención y santificación (Io. 1,16), de cuya plenitud recibimos todos (n.3).
c) PRIMERO POR LA REDENCIÓN
Reconciliados con Dios por El. "No se •para a manifestarnos sólo el hecho de la reconciliación, sino que pasa a exponernos su modo :mando dice pacificando con la sangre de su cruz todas las cosas (Col. 1,20), en donde detalla primero la enemistad, puesto que precisa la reconciliación, y, por último, nota que fué por su sangre... Maravillosa fué tal reconciliación, pero lo fué mucho más todavía en gradación ascendente que se llevara a cabo por El mismo y por su sangre en una cruz. Admiremos, pues, cinco cosas: que nos reconcilió, que nos reconcilió con Dios, que lo hizo por sí mismo, que lo ejecutó muriendo, y muriendo en una cruz... No empleó palabras, sino que se entregó a sí mismo" (n.3).
B) Reino de paz
a) CON EL CIELO Y LOS ÁNGELES
"¿, CÓMO podríamos entender aquello de que reconcilió los cielos? Porque es fácil ver lo necesitada de paz que andaba la tierra... ; mas ¿ acaso viven en guerra los cielos...? Si. Divididos estaban, pero era peleando contra los hombres, alzados en armas al ver a su Dios ofendido y vilipendiado. He aquí que Pablo nos dice que todo lo que existe en la tierra o en el cielo {ha sido instaurado en Cristo (Eph. 141)). ¿Cómo ha sido esto? Pacificó los cielos llevando al hombre allí y entregándoselo a los ángeles, enemigos que le odiaban. NO sólo pacificó la tierra, sino que hizo desaparecer el odio de nuestros enemigos. ¡Paz hondísima! Ya hemos vuelto a ver los ángeles en este mundo, porque también hay un hombre que está en el cielo,
"¿Quieres conocer el odio que los ángeles nos tenían y Mino eran nuestros enemigos? Pues míralos enviados para castigo de los israelitas; contra David y Sodoma, visión de luto. Ahora ya no. Cantan alegres en la tierra y ,son enviados por Dios a los hombres, y los hombres a ellos' (n.3).
El Crisótomo nos presenta a los ángeles cantando el himno de paz y de gloria a Dios en el nacimiento de Cristo. Ya ha caldo el muro que dividía el cielo y tierra y se ha inaugurado el reino de paz.
Más aún. Desde entonces se nos conceden los ángeles de la guarda. "Si, peces, tenemos a nuestro lado un ángel, comportémenos modestamente, como si llevásemos un pedagogo (esclavo que acompañaba a los niños) al lado, porque también está el demonio, y por eso oramos y pedimos el ángel de la paz y la paz siempre" (n.4).
b) PAZ CON LOS HOMBRES
Es el reino de la paz con el cielo y con nuestros semejantes. "Observad cómo el obispo os saluda: "La paz cosa vosotros, la paz con todos". ¿De qué nos serviría ser cristianos y vivir en paz sólo con nuestros amigos? El cuerpo no está sano mientras todos sus humores no están equilibrados; la mente, mientras no descansan todos los pensamientos. Tampoco el mundo mientras todos no vivamos concordes". Hasta tal punto es la paz fruto del reino de Dios, que quienes la provocan y concilian son llamados con razón hijos de Dios (Mt. 5,45). "Pues para eso vino Cristo, para pacificar cuanto hay en la tierra y en el cielo. Si, pues, los pacificadores son hijos de Dios, los que se empeñan en discutir con novedades son hijos del diablo... Muchos hay que se alegran con los malos y destrozan el cuerpo de Cristo más ferozmente que la lanza del soldado y los clavos de los judíos. Aquello fué un mal menor empanado con éste, porque los miembros rotos volvieron a aunarse, pero los que ahora se separan, si no los buscamos, no volverán y permanecerán siempre fuera de la plenitud de la Iglesia. Cuando quieras pelear con tu hermano, piensa que batallas contra los miembros de Cristo y abandona tu ira. ¿Quién hay tan vil y abyecto que pueda ser despreciado? No es voluntad de mi Pudre... que se pierda ni uno solo de estos pequeñuelos... (Mt. 18,14). Dios se hizo siervo. Y murió por ellos, y ¿tú los desprecias? Peleando estás contra Dios". Mala y absurda cosa es oír fervorosos en la iglesia el saludo de "la paz sea con vosotros" y no abunda non vuestras macillos.
c) LA AUTORIDAD EN EL REINO DE CRISTO
Cuando el sacerdote u obispo os saluda diciendo: "La paz sea con vosotros", contestáis: "Y con tu espíritu". ¿Y una vez fuera del templo le calumniáis? "¡Ay de mí, que todas nuestras ceremonias eclesiásticas, tan venerando y buenas, se han convertido en meros símbolos sin verdad alguna!"
Escuchad lo que dice Cristo sobre las autoridades de su Iglesia: Entrando en la casa, saludadla. Si la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuera, vuestra paz vuelva a vosotros (Mi. 10.12-13).
"Cristo es el que se digna hablar por medio de nosotros, y aun cuando algún tiempo hayamos estado vacíos de su gracia, ahora, en cambio, no carecemos de ella en atención a vosotros, porque si la gracia de Dios en bien y utilidad de los israelitas se sirvió obrar en un asno (Num. 22,28), claro es que no rechazará hacerlo en nosotros por nuestro bien" (n.4).
"Nadie diga, fijándose en mí, que soy imperfecto, vil, abyecto y sin mérito alguno. Es verdad, pero Dios en atención al bien común suele también apoyar a los que son como yo. Y para que lo sepáis, ved cómo se dignó hablar a Caín por Abel (Gen. 4,9), al diablo por Job (lob 1,742), a Nabucodonosor por Daniel (Dan. 2,19 ss.)... El mismo Caifás; asesino de Cristo y hombre indigno, profetizó en atención a la dignidad del sacerdote (Io. 11,50)... No os admiréis, pues, si un hombre colocado en dignidad, aunque sea acusado de innumerables crímenes, no es llevado a juicio antes de haber depuesto la magistratura, para que ésta no padezca en su prestigio. Con mucha más razón la gracia de Dios obra en el maestro espiritual mientras lo fuere, pues de lo contrario perecería todo (el orden social). Ahora, una vez que se le ha depuesto o ha muerto, entonces recibe castigos mucho más graves".
No creáis que es cosa mía. Es Cristo quien lo dice en el texto que acabamos de citar, y donde a continuación añade que, si las ciudades no oyen las palabras de los apóstoles, sufrirán mayor pena que Sodoma y Gomorra(Mt.10,13). "¿Qué, pues, aprovecha que nos recibáis con decoro y no oigáis lo que os decimos ?... Todo eso honor y culto que nos concedéis es admirable y os aprovecha a vosotros y a nosotros, a quienes oía". "No me despreciáis a mí, sano al sacerdote. Podéis menospreciarme, si queréis, cuando me veáis privado de tal dignidad, aun cuando entonces yo no continuarla mandando. Pero mientras que esté sentado en este solio, mientras proceda, he de tener la autoridad y el poder por muy indigno que se me juzgue. Si el trono de Moisés era digno de veneración y hacía merecedores de ser oídos a los que en él se sentaban (Mt. 23,3), mucho más lo es el trono que hemos recibido de Cristo, desde el cual hablarnos y ejerce mas el ministerio de la reconciliación".
Los legados reales se revisten de honores para visitar regiones extranjeras Legados somos de Dios, que con toda la dignidad episcopal venimos a pediros que viváis en paz con vuestros semejantes, prometiéndoos el reino de los cielos y la vida eterna con Dios.
Desempeñamos su legación, queremos disfrutar del honor debido, no por nosotros, que reconocemos nuestra indignidad, sino por vosotros mismos, para que oigáis con más atención, percibáis la utilidad y no escuchéis negligentemente. "No me oigáis a mí, sino al obispo".
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