domingo, 29 de agosto de 2021

Sermón Domingo XIV después de Pentecostés

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Sermón II

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Lección

En aquello días, se me dirigió la palabra de Dios en estos términos; Ciñe tu cintura, te alzarás y les dirás todo lo que yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de ellos; pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte, en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la tierra. Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo —oráculo de Yahveh— para salvarte.»  

Jr. I, 17-19



Evangelio

En aquél tiempo: Herodes hizo a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura. 

Mc. VI, 17-29

sábado, 28 de agosto de 2021

San Juan Crisóstomo: Servir a Dos Señores




COMENTARIO AL EVANGELIO

DOMINGO XIV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


En aquél tiempo: Nadie puede servir a dos señores; porque odiará al uno y amará al otro; o se adherirá al uno y despreciará al otro. Vosotros no podéis servir a Dios y a Mammón”. “Por esto os digo: no os preocupéis por vuestra vida: qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, con qué lo vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento? ¿y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan, ni juntan en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros puede, por mucho que se afane, añadir un codo a su estatura? y por el vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo: cómo crecen; no trabajan, ni hilan, mas Yo os digo, que ni Salomón, en toda su magnificencia, se vistió como uno de ellos. Si, pues, la hierba del campo, que hoy aparece y mañana es echada al horno, Dios así la engalana ¿no (hará Él) mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, por consiguiente, diciendo: “¿Que tendremos para comer? ¿Qué tendremos para beber? ¿Qué tendremos para vestirnos?” Porque todas estas cosas las codician los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe que tenéis necesidad de todo eso. Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.

Mateo VI, 24-33



SAN JUAN CRISÓSTOMO

cf. hom.21 y 22 le Mt. Respetamos los textos de la versión de los LXX. 


A) Servir a dos señores

"Conforme os he dicho, el Señor se vale de motivos contrapuestos, de la enfermedad que acarreara el descuido y de la salud que procura la obediencia; del daño que procuran las riquezas, los dolores, angustias y preocupaciones, que convierten en siervo al que debiera ser señor, y del bien que nos proporciona el desprendimiento, atesorando nuestras riquezas en el cielo y dándonos al amor de Dios. 

Horroricémonos de pensar qué es lo que obligamos a decir a Cristo, hasta comparar a Dios con el oro. Y si esto es horrible, todavía lo es mucho más hacerlo con las obras y anteponer la tiranía del oro al temor de Dios. Pues ¿no fueron ilustres Abrahán y Job? No me alegues aquí los ricos, sino los esclavos de las riquezas. Claro es que Job era rico; pero no servía al oro, antes lo poseía y lo dominaba, y era su señor, no su esclavo, porque poseía las riquezas como administrador de bienes ajenos, y no sólo no arrebataba lo de los prójimos, sino que daba lo propio a los necesitados. Y lo que es más, ni aun se regocijaba con tenerlos, pues decía: Ved si me alegré de tener muchas riquezas (Iob 31,25); y por eso tampoco se entristeció de perderlas. No son así los ricos de ahora, antes no hay esclavo tan esclavo como ellos, que pagan tributo al dinero como a terrible tirano. Porque, una vez que el amor del dinero se ha apoderado del alcázar de su ánimo, desde allí les transmite cada día órdenes llenas de toda injusticia, y no hay uno que las desobedezca. 

No te pongas, pues, a discurrir inútilmente. Dios ya nos ha dado su fallo una vez, diciendo que es imposible servir a los dos al mismo tiempo. No vengas, pues, tú a decirme que es posible servir a los dos al mismo tiempo. Porque si el uno manda robar y el otro despojarse de lo propio; el uno ser casto, y el otro fornicar; el uno embriagarse y gozar, Y el otro tener a raya el apetito; el uno admirar los mármoles y las paredes adornadas y los artesonados, y el otro despreciar esas cosas y apreciar la virtud, ¿cómo es posible que estas dos cosas concurran en uno? 

Y llama aquí señor al dinero no por su natural, sino por la miseria de los que se humillan ante él. ¿Qué condenados o reos hay, en efecto, más miserables que los que, teniendo Dios por Señor, pasan de tan suave reino a una tiranía tan terrible, y eso a pesar que aun en esta vida reciben tanto daño de pleitos, enemistades, luchas, trabajos, obcecación del alma y, lo más terrible, la pérdida de los bienes celestiales que hay en el servicio de Dios? 



B) La Providencia

a) ALIMENTO

"Es cualidad Principalísima de una legislación excelente no sólo prescribir lo útil, sino hacerlo además posible. Por eso añade: No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis (v.2.5). Para que no le dijeran: "¿Cómo as, todo lo desechamos, ¿Cómo podremos vivir?", responde a esta objeción con suma oportunidad..., valiéndose de ejemplos' tomados unos de nosotros mismos, y otros de cosas extrañas. I De cosas nuestras, cuando dice: ¿No es la vida más que e aliento, y el cuerpo más que el vestido? (v.25). Quien os dió, pues, lo que es más, ¿Cómo no ha de daros lo que es menos? El que modeló el cuerpo que es mantenido, ¿Cómo no ha de dar el mantenimiento?... Tal fué, pues, la exhortación que hizo valiéndose de nuestras cosas. 

Los ejemplos tomados del mundo externo son: Mirad las aves del cielo (v.26). Para que nadie dijera que nos es preciso andar afanados, exhorta a lo contrario valiéndose de lo mayor y de lo menor. De lo mayor, aduciendo el cuerpo y el alma; de lo menor, poniendo delante las aves. Porque si tanta cuenta tiene con criaturas tan inferiores, ¿cómo, dice, no os ha de dar a vosotros? 

Hay quien responde ser esto propiedad de las aves, no imitables por nosotros. ¿Qué responder? Que, si bien es verdad que ellas la tienen por naturaleza, a nosotros nos es posible alcanzarlas libremente. Por eso no nos dijo: "Mirad cómo vuelan las aves", pues eso era imposible al hombre; sino: cómo se alimentan sin afanarse, lo cual también nosotros, si queremos, podemos fácilmente cumplir. Y eso lo comprobaron los que lo cumplieron así de hecho".


b) TRABAJO, SÍ; PREOCUPACIÓN, NO 

"Si, pues, de las cosas criadas para nosotros tiene tanta cuenta, mucho mayor la tendrá de nosotros; si de los siervos, mucho más del señor de ellos. Por eso decía: Mirad las aves; y no añadió: "cómo no ejercen oficios de fraudes y de compra y de venta", pues eso es de lo más reprochable; sino: cómo no siembran ni siegan. Luego ¿qué? ¿No se debe sembrar? No dijo que no se debe sembrar, sino que no se debe tener afán ; ni que no se debe trabajar, sino que no se debe ser pusilánime ni andar atormentado por los cuidados. Como que también mandó alimentarse, pero no con zozobra. Este mismo discurso hizo antes David, hablando así enigmáticamente: Abres tú la mano y llenas de bendición a todo ser viviente (Ps. 144,16): y otra vez: El de da a los juramentos su comida y a las crías de los cuervos que le invocan (Ps. 146,9). Y ¿Quiénes son los que no se han afanado? dirás. Pues ¿no has oído cuántos santos te he puesto por delante? Así lo hicieron los apóstoles, despojándose de todo; sin afanarse por nada. 

Y si estas palabras no te mueven todavía a romper tan terribles ataduras, a lo menos, considerada la insensatez del negocio, libértate de la excesiva solicitud. Porque ¿Quién de vosotros, dice, puede con todos sus afanes añadir un codo a su estatura? (v.27). ¿Ves cómo por medio de lo que es claro descubre también lo oscuro? Así como a tu cuerpo, dice, no puedes añadir con tus afanes un poquito de estatura, de la misma manera tampoco puedes reunir el alimento, aunque tú así lo creas. Por donde es manifiesto que no es nuestro empeño, sino la divina Providencia, la que todo lo lleva a cabo, aun en aquello en que nos creemos con fuerzas suficientes; de suerte que, si ella nos abandonara, no habría cuidado, ni solicitud, ni trabajo, ni cosa alguna que pudiera subsistir, sino que todo perecería" (cf. ibid., 2.3). 



c) LIMOSNA Y MODERACIÓN SON EL PRIMER PASO

"Pero a vosotros ahora os basta aprender a no ser codiciosos y que es cosa excelente la limosna y persuadiros que conviene dar de las cosas propias. Porque, si esto lo cumples, querido hijo, pronto llegarás también a lo otro. Por consiguiente, desechemos entretanto el lujo superfluo y contentémonos con la moderación y aprendamos a adquirir cuanto nos haga falta con el trabajo legítimo; también el Bautista, cuando hablaba con los publicanos y soldados, les mandaba que se contentaran con sus estipendios (Le. 3,14). Bien quería él conducirlos a mayor virtud; pero, como todavía no estaban dispuestos para ello, les dice lo menos, ya que, si les hubiera dicho cosas más elevadas, no hubieran atendido a ellas y hubieran descuidado aun lo que era menos. Por eso también nosotros nos ejercitamos en estas cosas menores. 

Considerando, pues, la medida de la virtud que se nos propone, lleguemos siquiera a la medianía, para que así nos libremos del suplicio venidero y, avanzando siempre, lleguemos a la misma cumbre de los bienes, los cuales ojalá todos nosotros alcancemos por la gracia y benignidad de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén" (cf. ibid., 4). 


d) EL VESTIDO

"Considerad los lirios del campo cómo crecen; no trabajan ní hilan. Pues yo os digo que ni (Montón en toda su gloria se vistió como uno de ellos (Mt, 6,28-29), 

Después de haber hablado del sustento, pasa a referirse al vestido, menos necesario, y busca otro símil, los lirios, no por hermosísimos tan nobles como el animal. incluso les llama heno, que hoy existe y mañana es arrojado al horno, y, a pesar de ello, es mejor vestido ¡que Salomón!

Y para impresionar más vivamente, añade: ¡Cuanto más  vosotros!, que son palabras  de mucho encarecimiento. Pues  aquel de vosotros  no da a entender otra cosa sino  el grande  honor, la mucha  solicitud  que le merece  el género humano; como si dijera: Vosotros, a quienes  modeló el cuerpo, por quienes crió todas las cosas visibles, por quienes envió profetas, y citó la ley, e hizo innumerables bienes, por quienes entregó a su Hijo unigénito. Y después de tan clara demostración, entonces lo hiere en lo vivo, diciendo; Hombres de poca fe. Así procede quien trata de persuadir; no sólo exhorta, sino que punza, para excitar más a la persuasión y obediencia de lo que dice. ¿Por qué hizo aquellas criaturas tan hermosas? Para descubrir su sabiduría y la magnificencia de su poder, a fin de que todas las cosas nos enseñaran su gloria. Porque no solamente los cielos manifiestan la gloria de Dios (Ps. 18,2), sino también la tierra; y así lo declaraba David cuando decía: Alabad a/ Señor los árboles fructíferos y todos los cedros (Ps. 148,9, ya que todos ellos elevan sus alabanzas a Dios, unos por su fruto, otros por su grandeza y aquéllos por su hermosura. Porque serial es de sabiduría y riqueza derramar tanta hermosura en cosas tan viles, ¿pues qué mayor vileza que lo que hoy es y mañana no existe? Si, pues, dió al heno aquello de que no tiene necesidad —en efecto, ¿Qué contribuye su hermosura para alimento del fuego?, ¿Cómo no te he de dar a ti, que tienes necesidad? Si a los más despreciables los embelleció con sobreabundancia, y no por utilidad alguna, sino únicamente por magnificencia, ¿Cuánto más a ti, La criatura de más valor, te ha de honrar en lo necesario?" (cf. Hom. 22,1). 


B) Confianza en el Padre 

a) MOTIVO DE CONFIANZA

"Demostrada la mucha providencia que Dios tiene, conviene pasar a la reprensión, la cual es dirigida con moderación, echándoles en cara no su incredulidad, sino su poca fe. Porque, si el heno del campo, dice, lo engalana Dios de, tal manera, ¡Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!... No os acongojéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o que beberemos, o con qué nos vestiremos? Porque los gentiles son los que se afanan por esas cosas (v,31.32). 

Heridos en lo más vivo, estimulados y avergonzados sobremanera, los consuela con otro motivo, diciéndoles: Porque sabe vuestro Padre. celestial que tenéis necesidad de todas estas cosas. No dijo: "Sabe Dios", sino: Sabe el Padre, para de este modo moverlos a mayor confianza. Porque, si es Padre, y tal Padre, no podrá mirar con desdén a los hijos envueltos en los mayores males, ya que ni aun a los hombres, cuando son padres, les aguanta esto su corazón. Y, juntamente con éste, aduce todavía otro motivo: tenéis necesidad de estas cosas. Lo que equivale a decir que ¿Son acaso estas cosas superfluas para que El las pueda descuidar? Tanto más cuanto que ni aun lo superfluo despreció tratándose del heno, y ahora, en cambio, se trata de lo necesario. Por tanto, la razón que tú piensas tener para andar solicito, yo afirmo que es suficiente para librarte de esa solicitud. Por. que si dijeres: "Tengo este motivo para estar solicito, y es que estas cosas son necesarias", yo digo lo contrario: precisamente por ser cosas necesarias, no debes tener solicitud. Ya que, cuando fueran superfluas, no debieras desconfiar, sino más bien fiarte que te las darla ; pero, siendo necesarias, no te debe caber duda alguna. ¿Qué padre hay a quien le sufra el corazón no proporcionar a los hijos ni aun lo necesario? Luego aun por sólo este motivo lo ha de dar Dios, y no puede menos. Porque El es el Creador de la naturaleza y El conoce su necesidad con toda precisión. 

Por consiguiente, no tengamos solicitud, ya que no sacaremos otro fruto que el de atormentarnos a nosotros mismos. En efecto, si, tengamos o no tengamos solicitud, El nos da, y más no teniéndola, ¿Qué ganas tú con esos cuidados sino ponerte en inútil tortura? Cierto no se preocupará mucho del alimento quien ha de acudir a un espléndido banquete, ni a quien se encamina a la fuente le da cuidado la bebida. Pues tampoco nosotros, que tenemos la providencia de Dios, y en ella mayor riqueza y esplendidez que en todas las fuentes y convites, andemos hechos unos mendigos y apocados" (cf. ibid., 2 y 3). 



b) BUSCAD EL CIELO 

"Buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas (v.33). Libre el alma de cuidados, le recuerda el cielo. A eso vino El, a deshacer lo viejo y llamarnos a otra patria mejor. Quede la preocupación para los gentiles, que sólo conocen el mundo. Pero para vosotros no es esto lo principal. Que no fuimos criados para comer y beber y vestirnos. Si. pues, aquello es accesorio en el intento, sea también accesorio en la petición. Por eso decía El: Buscad el reino de los cielos, y todas estas cosas os serán añadidas. Y no dijo : "Os serán dadas", sino: Os serán añadidas, para que entiendas que lo que se da de presente no tiene nada que ver con la grandeza de lo venidero. Por eso tampoco manda pedir estas cosas temporales, sino pedir aquéllas y confiar que las otras se nos darán por añadidura. Busca, pues, las cosas futuras, y recibirás aun las presentes; no busques las visibles, y sin duda las conseguirás. Indigno es de ti acercarte al Señor a pedirle esas cosas. Porque tú, que debes poner todo tu empeño y solicitud en los bienes inefables, te deshonras sobremanera consumiendo tu deseo en cosas perecederas" (cf. ibid., 


C) PEDID, PERO SÓLO HOY 

"Pues ¿Cómo así?, dirás. ¿No mandó pedir pan? Por cierto, pero el de cada día, y añadiendo; Hoy. Y no es sino lo mismo que hace también aquí. En efecto, no dijo: "No tengáis solicitud", sino: No tengáis solicitud por el día de mañana (v.34), dándonos, por una parte, sujetándonos, por otra, a lo necesario. Nos mandó  pedir  para que entendamos  que todo lo recibimos de El Y le pidamos continuamente, pero sabiendo  que quién  proporciona  lo que  que es más, mucho mejor  dará lo menos. 

La causa, viene  a decir, de mandarte  no buscar,  no es  para que no recibas, sino  para que recibas  con abundancia,  para que recibas  en la forma  que dice bien  contigo, con la  utilidad  que a tí te conviene; para que no suceda que andando solícito  y dividido con el cuidado de estas cosas, te hagas indigno  tanto de ellas, como  de las espirituales; para  que no sufras  congoja  superflua  en tanto  no consigas  lo que  pretendes. No  tengáis, pues solicitud por el día a día  de mañana,  porque bástale  al día su malicia (Mt.  6,34), esto es, su trabajo y su quebranto.

¿No te basta comer el pan con el sudor de tu rostro? (Gen. 3,19). ¿Por qué añades todavía la congoja del cuidado, cuando más bien debieras librarte aun de los trabajos de antes? Malicia llama en este lugar no a la maldad —lejos tal pensamiento—, sino al afán, al trabajo, a la desgracia...

Porque, para herirlos más, casi da vida al tiempo y lo presenta delante como injuriado y reclamando contra ellos por la excesiva molestia. Recibiste el día para que cuides de lo de él. ¿por qué, pues, le echas encima aun lo que pertenece a otro? ¿Lleva acaso insuficiente carga con su propio cuidado? ¿Por qué, pues, le cargas más todavía? Y una vez que esto dice el Legislador y el que nos ha de juzgar, considera cuán buenas esperanzas nos pone delante, ya que Él mismo testifica que nuestra vida es miserable y trabajosa, y tal que el cuidado de un solo día basta para afligirnos y quebrantarnos". 



d) INVERTIMOS EL ORDEN ESTABLECIDO POR DIOS 

"t, con todo eso, después de decirnos tantas y tales cosas terrenas y ningunas celestiales, antes bien hemos invertido el orden, estando por entre ambas partes en pugna con lo que nos dice. Mira si no. Nos dice El; No busquéis en absoluto las cosas presentes, y nosotros buscando sin interrupción. Dice; Buscad ,las cosas celestiales, mas nosotros ni en el breve espacio de una hora las buscamos, sino que cuanto Ponemos de afán por las cosas de esta vida, tanto decaimiento tenemos por las espirituales, y aun mucho más. Pero ¡ no siempre resulta esto bien, no siempre se consiente! ¿No es necesario que sin remedio partamos de aquí y caigamos en las manos del que nos ha de juzgar?" (cf. ibid., 4-6). 

Boletín Dominical 29 de agosto

    

Día 29 de Agosto, Domingo XIV de Pentecostés

Doble-Ornamentos Verdes.

Ea vida del hombre sobre la tierra es un peregrinar continuo mientras dura ella; somos peregrinos, somos aves de paso, vamos en busca de la patria; y en este camino hemos de aligerar la carga de cuidados embarazosos que puedan entorpecer el viaje, hacerle pesado o hacernos cambiar de ruta con pérdida irremediable para nosotros. Debemos pues, vivir desprendidos de las cosas terrenas y practicar ese desprendimiento con la perfección posible. Esto no quita el cuidado necesario y conveniente que debemos tener con nuestras cosas y de nuestros bienes, ni aún el deseo honesto de mejorar; pero…ha de ser sin demasiadas ansias, sin inquietudes, sin envidias, sin congojas, sin que embarace tanto nuestro espíritu que perdamos de vista las espirituales y eternas hacia las que se dirige nuestra vida. Esto es lo que nos enseña el Señor en el Evangelio de hoy. “Nadie puede servir a dos señores”, y menos dos señores rivales. No podéis servir a Dios y al dinero.



Día 30 de Agosto: Santa Rosa de Lima
Patrona de América española

Nació de virtuosos padres en 1596, en Lima, capital del virreinato del Perú, a los cien años de descubierto y conquistado para la civilización cristiana, por España, el Nuevo Mundo. Fue la rosa más hermosa que brotó en América en ese primer siglo y por esto llamada Rosa de Santa María aunque su nombre de pila era Isabel. Gracia, hermosura, delicadeza, inteligencia, todo parecía haberlo reunido la naturaleza en aquella criatura privilegiada y bellísima. Recibió una educación e instrucción esmerada y completa. (Continua)




(Sigue)Más desde niña su afición por las cosas divinas fue extraordinaria y su cooperación a la gracia algo tan maravilloso que solo por sus efectos podemos vislumbrar. A los cinco años hizo voto de virginidad y concibió desde entonces un espíritu de oración y penitencia tan dura que causa admiración y espanto, pudiéndose decir que su vida se sostenía y prolongaba de milagro. Dios llevaba como de la mano aquella alma privilegiada y premió su santidad con los más altos dones místicos. Pidió a los padres Dominicos el hábito de la Orden Tercera, y vivió hasta su muerte en su casa, con sus padres, como una anacoreta. Interrogada una vez decía: “Desde que me pongo en oración, siento mi alma  tan sumergida en sí misma y mis facultades tan enajenadas, que nada interior ni exterior puede turbar mi atención amorosa a la belleza de Dios presente en mi. Mi corazón hierve bajo la acción de un fuego cuyas operaciones son tan dulces, que nunca podría explicarlo. Tras esto queda en el fondo del alma una presencia de la divinidad, tan amable, serena, graciosa; y la felicidad que siento entonces hace que no pueda hallar consuelo en otra cosa”. Murió el año 1617, a los 21 años de edad. Es celestial patrona de la América española.






domingo, 22 de agosto de 2021

Sermón Fiesta del Inmaculado Corazón de María

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Sermón II

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Lección

Elevada estoy cual cedro sobre el Líbano y cual ciprés sobre el monte Sión. Me he alzado como una palmera en Cadés; y como un rosal plantado en Jericó. Crecí como un hermoso olivo en los campos, y como el plátano en las plazas junto al agua. Como el cinamomo y el bálsamo aromático despedí fragancia. Como mirra escogida exhalé suave olor; y llené mi habitación de odoríferos perfumes como de estoraque, de gálbano, de ónice, y como de mirra y de incienso virgen; y mi fragancia es como bálsamo sin mezcla. 

Eclesiástico XXIV, 17-21



Evangelio

En aquel tiempo: Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde este momento el discípulo la recibió consigo. 

Juan XIX, 25-27

sábado, 21 de agosto de 2021

Dom Gueranger: Fiesta del Corazón Inmaculado de María








FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

"Año Litúrgico"
Dom Própero Gueranger



LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN INMACULADO

La devoción al Corazón Inmaculado de María es tan antigua como el cristianismo. El Espíritu Santo nos lo enseñó por San Lucas, el evangelista de la infancia del Salvador: "María guardaba todas estas palabras, y las meditaba en su Corazón . Y la Madre de Jesús guardaba todas estas cosas en su corazón" (1). Tal es el origen de esta devoción que, andando el tiempo, excitaría a los fieles a dar a María el honor y el amor que se la deben. Las perfecciones de éste Corazón las han cantado los mayores Doctores de la Iglesia: San Ambrosio, San Agustín, San Juan Crisóstomo, San León, San Bernardo, San Buenaventura, San Bernardino de Sena, las dos grandes monjas Santa Gertrudis y Santa Mectildis... pero en el siglo xvn, San Juan Eudes, "padre, doctor y apóstol del culto del Sagrado Corazón" (2), antes lo fué del purísimo Corazón de María, y del dominio de la piedad privada, lo introdujo en la Liturgia católica.


OBJETO DE ESTA DEVOCIÓN

El objeto de esta devoción él mismo nos lo ha dicho: "En el corazón santísimo de la predilecta Madre de Dios, pretendemos y deseamos sobre todo reverenciar y honrar la facultad y capacidad de amor, tanto natural como sobrenatural, que existe en esa Madre de amor y que ella empleó toda en amar a Dios y al prójimo. La palabra corazón significa el corazón material y corporal que llevamos en nuestro pecho, órgano y símbolo del amor; también se toma por la memoria y por el entendimiento, con el cual hacemos la meditación, y por la voluntad, que es la raíz del bien y del mal, y por la cima más alta del alma por la cual practicamos la contemplación; en una palabra, por todo lo interior del hombre. No excluímos ninguno de estos sentidos; mas hablando del Corazón de la Madre de Dios, lo qué principalmente queremos y deseamos, es reverenciar y honrar todo el amor y toda la caridad que ella tuvo para con Dios y para con nosotros" (3).

Ahora bien, nada hay más dulce para un niño que honrar a su madre y pensar en el amor de que ha sido objeto. San Bernardo, al hablar del Corazón de Jesús, nos ha dicho: "Su corazón está conmigo. Cristo es mi cabeza; y ¿cómo no va a ser mío todo lo que pertenece a mi cabeza? Los ojos de mi cabeza corporal me perte? necen en sentido propio; de igual modo, este corazón espiritual es mi corazón. Con razón puedo llamarle mío. Y yo poseo mi corazón con Jesús" (4). Otro tanto podemos decir del Corazón de María. Una madre es toda para su hijo; sus bienes, su amor, hasta su vida le pertenecen: un hijo puede siempre contar con el corazón de su madre.

Todos somos hijos de la Santísima Virgen. Nos acogió en su seno a una con Jesús el día de la Encarnación. Nos dió a luz en el dolor del Calvario, y nos ama en proporción con lo que la hemos costado. Lo que más quiere es Jesús, y a ése le ofreció por nosotros al Padre, dando su fiat para la inmolación y entregándole para nosotros; ¿cómo no le iba a imitar dándose ella también?


CONFIANZA EN EL CORAZÓN INMACULADO

La Virgen nos repite las palabras de Jesús: "Venid a mí todos y yo os aliviaré..." Nos sonríe y nos llama como en Lourdes, y no hay nadie que pueda pretextar su indignidad para quedarse a distancia. El Corazón de María que fué Sede de la Sabiduría y durante nueve meses morada del Verbo encarnado, ese corazón que formó al mismo Corazón de Jesús y le enseñó la misericordia para con los hombres, ese corazón que siempre latió al unísono del Corazón de Jesús y que fué adornado por El de los dones más preciosos de la gracia, ese Corazón maternal es por excelencia el refugio de los pobres pecadores. Y por esto precisamente fué hecho inmaculado. Nunca corrió por él sino sangre purísima, la sangre que tenía que dar a Jesús para derramarla por nuestra salvación. Este Corazón es el depositario y el custodio de las gracias que el Señor conquistó con su muerte, y sabemos que Dios nunca dispensó una gracia a nadie ni la dispensará sin que pase por las manos y el Corazón de la que es tesorera y dispensadora de todos sus dones. Finalmente, este Corazón se nos dió con el de Jesús, "no sólo para ser nuestro modelo, sino también para ser nuestro corazón, de modo que, siendo miembros de Jesús e hijos de María no tengamos más que un corazón con nuestra Cabeza y nuestra divina Madre y que hagamos todas nuestras acciones con el Corazón de Jesús y de María" (5).

Y ¡cómo pueden los hombres, al darse más y más cuenta de lo que deben a su Madre, no creerse obligados a mostrarla su agradecimiento y su amor! Si Nuestra Señóra nos dió su Corazón, ¿no es justo que nosotros la demos el núestro para que ella le purifique, le santifique y en él establezca el reino de Dios y se le entregue a Jesús, y que se le demos por una consagración completa y perfecta de nosotros mismos, como aconsejan los Santos y especialmente San Griñón de Monfort?


CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO

Pero, si la consagración de un alma individual a María, la acarrea las más grandes gracias, ¿qué frutos deberemos esperar de una consagración de todo el género humano hecha por el Sumo Pontífice? La Virgen misma se dignó anunciar que esto la agradaría. Y, por eso, el 8 de diciembre de 1942, Su Santidad Pío XII, respondiendo con júbilo al deseo de Nuestra Señora de Fátima, lleno de confianza en la mediación universal de la Reina de la Paz, consagró solemnemente al género humano al Inmaculado Corazón de María. Todas las naciones católicas se unieron al supremo Pastor.



MISA

La fiesta del Corazón Inmaculado de María se concedió a muchas diócesis y a casi todas las Congregaciones religiosas y se celebraba en fechas distintas. Su Santidad Pío XII la extendió a la Iglesia universal y la fijó en el día de la Octava de la Asunción, cuyo dogma definió después en 1950. El Introito es una invitación a acercarse a este Corazón como a un trono donde seremos enriquecidos con la gracia, que la Santísima Virgen recibió en abundancia colmada no sólo para ella sino para todo el género humano.


INTROITO

Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia, a fln de alcanzar misericordia y hallar gracia para auxilio oportuno. — Salmo: Brota de mi corazón una palabra buena: dedico mis obras al Rey. V. Gloria al Padre... Lleguémonos.

La Liturgia celebra a María como al "Santuario del Espíritu Santo, Sacrarium Spiritus Sancti." Su Concepción inmaculada preparaba a María para ser la morada más digna del Espíritu Santo. Este Espíritu, al habitar en ella, la colmó de la gracia santificante, de las virtudes teologales y morales y de sus siete dones. Tal santidad hacía vivir a María según el Corazón de Dios: ojalá podamos participar de su santidad para vivir según su corazón y también conforme al Corazón de Dios.


COLECTA

Omnipotente y sempiterno Dios, que preparaste en el Corazón de la bienaventurada Virgen María una morada digna del Espíritu Santo: concédenos propicio, que los que celebramos devotamente la festividad de este mismo inmaculado Corazón, podamos vivir según el tuyo. Por Nuestro Señor Jesucristo. 

La Epístola es la misma que la de la Vigilia de la Asunción. Los versículos del Gradual y del Aleluya, como también los del Ofertorio, son la acción de gracias de María al Señor, que la colmó de tantos beneficios.


GRADUAL

Se alegrará mi corazón con tu socorro: cantaré al Señor que me ha dado tantos bienes y entonaré salmos al nombre del Señor Altísimo. J. Se acordarán de tu nombre, Señor, de generación en generación; por lo cual los pueblos te alabarán eternamente. Aleluya, aleluya. J. Mi alma engrandece al Señor: y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador. Aleluya.


EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según San Juan (Jn„ XIX, 25-27).

En aquel tiempo: Estaban junto a la Cruz de Jesús su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Viendo, pues, Jesús a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su Madre: ¡Mujer, he ahí a tu hijo! Luego dijo al discípulo: ¡He ahí a tu Madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió por suya.

La maternidad de Nuestra Señora data de la Encarnación, pero en el Calvario es donde fué solemnemente proclamada por Jesús agonizante. Darnos su Madre, vale tanto como darnos la mayor prueba de su amor; además, aceptar María ser nuestra Madre, era lo mismo que manifestarnos toda la ternura y misericordia que encerraba su corazón. Nunca se sintió María tan Madre como en el momento en que vió sufrir y morir a su Hijo, y le oyó que nos confiaba, que nos entregaba a ella. La Virgen aceptó entonces sin ninguna dificultad el profesar el afecto que tuvo a Jesús durante su vida, no sólo a San Juan, sino a todos nosotros, a los verdugos de su Hijo, a todos aquellos que fueron causa de su muerte.

Y, cuando el centurión se acercó a traspasar el Corazón de Jesús, ya difunto, la espada que antaño predijo el anciano Simeón penetró en el alma, en el Corazón de María y abrió una herida que, como la del Salvador, no se cerraría ya...


OFERTORIO

Mi espíritu se regocijó en Dios, mi Salvador: porque ha hecho en mí grandes cosas el Todopoderoso, cuyo nombre es santo.

El Corazón de María, por no ser más que pureza y santidad, continuamente unido al foco de la divina caridad que es Dios, estaba también todo ardiendo en amor. Este Corazón está siempre lleno de vida, siempre ardiendo en el mismo amor: mereceremos abrasarnos en el mismo fuego acercándonos a él imitando sus virtudes.


SECRETA

Al ofrecer, oh Señor, a tu Majestad el Cordero inmaculado, te suplicamos que encienda en nuestros corazones aquel fuego divino que inflamó el Corazón del la bienaventurada Virgen María. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

La Antífona de la Comunión vuelve a tomar las palabras del Evangelio. Ahora que hemos recibido el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo ¡ojalá tengamos también "con nosotros", como el Apóstol, es decir, en nuestro pensamiento"? en nuestro corazón, en nuestra vida, a la que nos dió Jesús por Madre!


COMUNIÓN

Dijo Jesús a su Madre: ¡Mujer, he ahí a tu hijo!. Luego dijo al discípulo: ¡He ahí a tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió por suya.

La Poscomunión contiene lo que tenemos que pedir al terminar la Octava de la Asunción: hemos festejadó con veneración al Corazón vivo y amante de nuestra gloriosa Madre subida al cielo. Sabemos que es poderosa para con el Corazón de Dios y que ama a todos sus hijos; confiemos en su mediación, en su intercesión, y Dios, a ruegos suyos, nos librará de los peligros de la vida presente y nos guiará al cielo para alabar allí eternamente a la que con Jesús nos mereció la salvación.


POSCOMUNIÓN

Alimentados con los divinos dones, te rogamos, Señor, humildemente que, por la intercesión de la bienaventurada Virgen María, de cuyo inmaculado Corazón hemos celebrado devotamente la ñesta, libres de los peligros presentes, consigamos los goces de la vida eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.



SÚPLICA AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

"¡Oh Madre admirable, qué cosas tan grandes y gloriosas tenemos que pensar y decir de ti y de tu bondadoso corazón! Si los oráculos del Espíritu Santo dicen tan alto que eres un abismo de milagros, de seguro que no se equivoca el que diga que tu Corazón es un mundo de maravillas. Porque ¿no ha sido la humildad de tu Corazón la que te ha levantado al trono más alto de gloria y de grandeza a que una pura criatura puede llegar? ¿No es la humildad, la pureza y el amor de tu Corazón la que te ha hecho digna de ser Madre de Dios y la que te ha enriquecido con todas las perfecciones, prerrogativas y grandezas propias de tan sublime dignidad? Por todo ello, miro, saludo y venero a tu Corazón virginal como a un mar de gracia, como a un milagro de amor, como a un espejo de caridad, como a un abismo de humildad, como al trono de la misericordia, como al imperio de la divina voluntad, como al santuario del amor divino, como al objeto primero del amor de la Santísima Trinidad" (6).
"Abre, abre, oh Madre de misericordia, la puerta de tu Corazón benignísimo a las oraciones que te dirigimos con suspiros y gemidos. No rechazas ni tienes asco al pecador, por muy corrompido que se halle en pecados, si suspira hacia ti y si implora tu intercesión con un corazón contrito y penitente" (7).
"Sea siempre bendito, oh María, tu nobilísimo Corazón, adornado de todos los dones de la Sabiduría divina, e inflamado en ardores de caridad. Sea bendito ese Corazón en el que meditaste y guardaste con tanta fidelidad y cuidado los sagrados misterios de Nuestra Redención, para revelárnoslos en el momento oportuno. Para ti la alabanza, para ti el amor, oh Corazón amantísimo; a ti el honor, a ti la gloria de parte de todas las criaturas, por los siglos de los siglos. Amén" (8).



Notas

1.- S. Lucas, II, 19, 51.
2.- Bula de canonización.
3.- Dévotion au Sacré-Coeur de Marie, Caen, 1650, p. 38 y Coeur admirable, 1. I, c. 2.
4.- Viña mística, c. 3,
5.- S. Juan Eudes, Coeur, I, XI, c.2
6.- S. Juan Eudes, Coeur admirable, I. IX, c. 14.
7.- S. Bernardo, Oración a la  Virgen.
8.- Nicolás de Saussay, Antidotarium animae, Paris, 1495..




Boletín Dominical 22 de agosto


Día 22 de Agosto, Inmaculado Corazón de María

Doble de II Clase. Conm. Domingo XIII después de Pentecostés.
Orn. Blancos

No hay corazón más semejante al de Jesucristo que el Inmaculado Corazón de su Madre, la Virgen Santísima. Ningún otro ha participado como él de los amores y de las aflicciones y dolores del Corazón de Cristo. Unida tan íntimamente a su divino Hijo, el Corazón de María latía y late siempre al unísono con el Corazón de Jesús, asociada a la obra redentora y santificadora de Jesucristo, el Corazón de María sufría en sí tan intensamente los dolores y las afrentas de la Cruz y los ofrecía con tan inmenso amor a Dios Padre por el rescate y redención de los hombres, de los que al solo una especial providencia de la omnipotencia de Dios pudo conservar la vida preciosa de María, que de otra suerte hubiera muerto de dolor. Con razón llaman pues los Santos Padres y la Iglesia a María, Reina de los mártires y Corredentora de los hombres. Solo Dios puede conocer y valorar las finezas, las dulzuras, la caridad, el heroísmo y el amor de ese Corazón, que es arpa melodiosa cuyas cuerdas vibran al suave soplo del Divino Espíritu. Acudamos al Corazón Inmaculado de María, que es refugio de los afligidos, consuelo de los tristes, remedio de los que lloran, fortaleza de los débiles, defensa en los peligros, auxilio en la tentación, alegría y dulzura de todos los que la invocan. Digamos siempre: Dulce nombre de María, sed nuestra salvación.




Domingo XIII de Pentecostés
Nos dice San Pablo en la Epístola que nadie recibió la santidad y la justicia por la ley de Moisés, sino que los hombres se salvaban por los méritos previstos de Cristo en virtud de la promesa divina hecha, 430 años antes de darse la ley, a Abraham. La Ley era un freno contra el pecado, el cual, ella de suyo, no podía perdonar.

El Evangelio nos dice como Jesucristo curó diez leprosos, a los que ordenó presentarse a los sacerdotes, cumpliendo así lo que mandaba la ley. De todos ellos, sólo uno, y era samaritano, volvió a dar gracias a Jesucristo. Parece inconcebible semejante actitud y ese aferrarse a la materialidad de la legalidad que les mandaba ir a Jerusalén y presentarse a los sacerdotes.

¡Duro de corazón era el pueblo judío! Roguemos por su conversión con las palabras del Introito y Gradual, pues algún día ha de volver al redil.







domingo, 15 de agosto de 2021

Sermón La Asunción de la Santísima Virgen María

Sermón

R.P. Pío Espina Leupold

(Escuche y descargue el sermón aquí)


Sermón II

R.P. Gabriel M. G. Rodrigues

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Sermón

R.P. Julián Espina Leupold

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Lección

El Señor te ha bendecido, dándote su poder; pues por medio de ti ha aniquilado a nuestros enemigos.” Ocías, príncipe del pueblo de Israel, le dijo: “Bendita eres del Señor, Dios Altísimo, oh hija, sobre todas las mujeres de la tierra. Bendito sea el Señor, creador del cielo y de la tierra, que ha dirigido tu mano para cortar la cabeza del caudillo de nuestros enemigos. Hoy ha hecho Él tan célebre tu nombre, que no cesarán de pregonar tus alabanzas los hombres, que conservarán para siempre la memoria del poder del Señor; pues has expuesto tu vida por tu pueblo, viendo las angustias y la tribulación de tu gente, y nos has salvado de la ruina, acudiendo a nuestro Dios.” 

Judith XIII, 22-25



Evangelio

En aquel tiempo: Sintióse Isabel llena del Espíritu Santo. Y exclamó en alta voz y dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí? Pues, desde el mismo instante en que tu saludo sonó en mis oídos, el hijo saltó de gozo en mi seno. Y dichosa la que creyó, porque tendrá cumplimiento lo que se le dijo de parte del Señor”. Y María dijo: “Glorifica mi alma al Señor, y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, porque ha mirado la pequeñez de su esclava. Y he aquí que desde ahora me felicitarán todas las generaciones; porque en mí obró grandezas el Poderoso. Santo es su nombre, y su misericordia, para los que le temen va de generación en generación.

Lucas I, 41-50


sábado, 14 de agosto de 2021

Dom Gueranger: La Asunción de la Santísima Virgen María

 





LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


"Año Litúrgico"
Dom Própero Gueranger


La Asunción de Nuestra Señora es una de nuestras solemnidades litúrgicas más alegres.

"Gaudent Angelí! Gaudete, quia cum Christo regnat". La Iglesia del Cielo y la de la tierra se unen a la dicha infinita de Dios que acoge y corona a su Madre. Ambas a dos celebran con amor la alegría virginal de la que entra, ya para siempre, en el mismo gozo de su propio Hijo. Angeles y santos se apresuran a aclamar a su Reina, mientras la tierra se regocija también de haber dado al Cielo la joya más brillante.


Glorificación del Alma de Nuestra Señora

Hoy es el "día natal" de Nuestra Señora, en el cual celebramos al mismo tiempo el triunfo de su alma y el de su cuerpo. Detengámonos un instante ante esta glorificación del espíritu, tal vez menos advertida por ser común a todos los Santos. La entrada del alma de María en la visión beatífica es un hecho de un esplendor y de una riqueza que arroja una luz incomparable sobre nuestras más altas esperanzas. Cierto que no nos podemos figurar la belleza de esta suprema "revelación", donde la mirada tan pura ya y tan penetrante de la más perfecta de las criaturas se ha dilatado repentinamente ante un abismo de Belleza infinita. Intentemos al menos, con la ayuda de la gracia divina, levantar nuestros pensamientos hacia la cumbre, misteriosa todavía para nuestra vista, en la cual se realiza este prodigio.

Y, efectivamente, bien se la puede llamar cumbre, ya que es el término de un constante y largo subir. Llena de gracia en el instante mismo de su Concepción, la Inmaculada no cesó nunca de crecer en este mundo ante el Altísimo.

La Anunciación, Navidad, el Calvario y Pentecostés han jalonado ese crecimiento extraordinario. El amor virginal y maternal se han enriquecido y elevado en cada una de esas etapas, tendiendo hacia una cima a la que ninguna otra pura criatura podrá llegar nunca. La luz de gloria que de repente invade al alma de María y la hace ver en toda su magnificencia las grandezas de su Hijo y su propia dignidad maternal, sobrepuja también, y con mucho, a la gloria de todos los Angeles y de todos los Santos. Después de la santa Humanidad de Cristo, sentado a la diestra del Padre en el Santuario de la Divinidad, no hay nada en el mundo tan perfecto como esta alma maternal, radiante de pureza, de beldad, de ternura y de alegría: Beata Mater!

Esta entrada triunfal en la eterna Bienaventuranza ¿hará posible en el alma de María un nuevo crecimiento? En cuanto a ella misma, no: todo se ha cumplido de manera perfecta; no es posible crecer en la Eternidad. Totalmente abierta a los esplendores del Verbo, Hijo suyo, en el alma de María se realizan por fin de modo acabado todas las exigencias de su vocación sublime. Su alma es el alma de una Madre de Dios perfecta.

Pero María sólo tuvo por Hijo a Jesús. Madre de Dios Salvador, lo es también de todos los que vayan a beber en las fuentes de la salvación. Su maternidad de gracia irá amplificándose hasta el fin del mundo. El alma de María ve en la luz beatífica a todos sus hijos y todos los designios de Dios sobre cada uno de ellos: pronunciando un fiat a impulsos del amor, da su consentimiento a esta universal Providencia, en la que, por disposición divina, su propia intervención no tiene límites. De esta manera se une al Sumo Sacerdote que no cesa un instante de implorar en nuestro favor la Misericordia del Padre. Su oración consigue para la Iglesia de la que es figura y dechado, una Asunción permanente hasta que se logre de un modo definitivo la "plenitud" del Cuerpo Místico. Mientras llega esa apoteosis, el alma bienaventurada de María, "emplea su cielo en hacer bien en la tierra", mejor que cualquier otro santo. Demos, pues, libre curso al entusiasmo de nuestra alegría. A nuestra confianza filial añadamos la gratitud. Celebremos dignamente a nuestra Abogada, Mediadora y Madre, que ocupa el puesto de Reina junto al trono del Cordero.


Fe de la Iglesia en la Asunción de María

Hace ya muchos siglos, sin que nadie haya podido puntualizar de un modo exacto cuándo empezó esta creencia, afirma la Iglesia católica que el cuerpo de María está en el Cielo, unido a su alma gloriosa. Este privilegio del Cuerpo de Nuestra Señora es lo que distingue al misterio de la Asunción. El primero de noviembre del Año Santo de 1950, el Papa Pío XII, atendiendo a los votos unánimes de los obispos y de los fieles, proclamó solemnemente como "dogma revelado, que María, la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen, al fln de su vida terrestre fué elevada en alma y cuerpo a la gloria del Cielo". (Constitución Apostólica "Munificenttissimus Deus.")

La definición no puntualiza si Maria pasó sin morir de la Tierra al Cielo, o si tuvo que morirá como su Hijo, y resucitar antes de entrar en la gloria. El privilegio insigne de la Concepción Inmaculada, la virginidad y la perfecta santidad de María, ciertamente la podían haber hecho inmortal. Pero la Madre del Salvador, que imitó siempre a su Hijo fidelísimamente, quiso sin duda seguirle hasta la tumba. ¿Acaso no debía ella, como El y todos nosotros, triunfar principalmente y de modo completo del pecado y de la muerte mediante una gloriosa resurrección?


Las Leyendas

 Algunas leyendas apócrifas que se propagaron al fln del siglo cuarto, han vulgarizado diversos relatos espectaculares, maravillosos y a veces incoherentes sobre la muerte de María y el traslado de su cuerpo al Paraíso. Los apóstoles, según esas leyendas, se reunieron de modo milagroso junto a la Madre del Salvador, y estuvieron presentes a su muerte y a sus funerales. Santo Tomás, que llegó bastante más tarde, motivó la apertura del sepulcro y entonces se pudieron cerciorar de que el cuerpo de la Santísima Virgen había sido trasladado a un sitio solamente conocido de Dios. Es del todo necesario distinguir entre nuestra fe y nuestras verdades teológicas, por una parte, y esos documentos de ningún valor, que tal vez nacieron en el seno de comunidades heréticas, por otra. La predicación y la enseñanza pastoral nada tiene que aprender de las adiciones desacertadamente hechas al relato evangélico de la resurrección del Señor. En vez de servir de fundamento a la fe de la Iglesia en la Asunción, esas leyendas retrasaron por muchos siglos la unanimidad perfecta de la creencia católica. El pensamiento cristiano tuvo primero que desprenderse de su desafortunada influencia, para llegar a distinguir claramente los verdaderos motivos que inducen a considerar la Asunción corporal de María como una verdad, de fe.