COMENTARIO AL EVANGELIO
DOMINGO IV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
En aquel tiempo: Aconteció que estaba Jesús a la orilla del lago de Genesaret y se agolpaban las gentes al rededor de Él, para oír la palabra de Dios. En esto, vio dos barcas que estaban a la orilla del lago: y los pescadores habían saltado a tierra, y lavaban sus redes. Y entrando en una de estas barcas, que era de Simón, rogó que la apartase un poco de la tierra. Y estando sentado, enseñaba al pueblo desde la barquilla. Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: “Boga mar adentro, y soltad vuestras redes para pescar”. Y respondiendo Simón, le dijo: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber pescado nada; mas en tu palabra soltaré la red”. Y cuando esto hubieron hecho, recogieron un tan crecido número de peces, que se rompía su red. E hicieron señas a sus compañeros, que estaban en el otro barco, para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y de tal modo llenaron los barcos, que casi se sumergían. Y cuando esto vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador”. Porque él y todos los que con él estaban quedaron atónitos de la presa de los peces que habían hecho. Y asimismo, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y dijo Jesús a Simón: “No temas; desde aquí en adelante serás pescador de los hombres”. Y llevadas las barcas a tierra, lo dejaron todo, y le siguieron."
(Lucas V, 1-11)
SAN AMBROSIO
La Iglesia y la Sinagoga
Dios eligió dos barquillas, la Sinagoga y la Iglesia, la de los profetas y Pedro. La primera fue abandonada por su falta de fe, pero la segunda es a veces sacudida por la tormenta, porque, además de Pedro, se embarcan en ella las pasiones de Judas (cf. PL. 17, 640 ss.).
A) Las muchedumbres en torno del Señor
"Podemos colegir del evangelio de hoy el gran número de milagros que obrara Nuestro Señor Jesucristo, porque refiere que eran tan grandes los beneficios hechos al pueblo, que, excitadas las muchedumbres a oírle, más bien le acometían que le suplicaban, y esperaban conseguir el remedio de su salud, no como favor a su humildad, sino a fuerza de ser importunos. De suerte que se atropellaban ' unas a otras (dice el Evangelio) por oír al Señor; no le abandonaban ni en el desierto; ni la sinagoga podía separarlas de Él, ni la reverencia que se debe a la divinidad era bastante a contenerlas. Tal es la costumbre de los enfermos. Mientras esperan el remedio para sus males, no cesan de pedirlo, sin atender a la oportunidad de lugar ni de tiempo, sino que, cuanto más cura el médico, tanto más importuno se vuelve el que sufre. Comprendiendo, pues. el Señor que, mientras permaneciese en tierra, no podría desprenderse de aquellas turbas que le acometían por todas partes, y viendo dos barquichuelas que se encontraban en el mar, con gran prisa subió a una de ellas, que era la de Pedro, a fin de apartar de sí, por medio de las aguas, la molestia de los importunos, ya que la reverencia que se le debía como Maestro no bastaba a reprimida. Y desde la barquichuela de Pedro 'empezó inmediatamente a enseñar a los hombres su doctrina. Ved en esto la misericordia del d Señor. Se separa corporalmente de los hombres, pero continúa derramando el beneficio de su doctrina. En todas partes se apiada de ellos, en todas partes los favorece. Cuándo se encuentra en la tierra del cuerpo; y cuando es ' cura en por el contacto las enfermedades n el mar, sana las heridas del alma con su 'enseñanza."
B) Iglesia y Sinagoga, barquillas del Señor
"Pero veamos ahora a quién representa esta navecilla de Simón Pedro, mandada traer por 'el Señor como la más conveniente de las dos que se encontraban en el mar, tanto para librarse de aquellas turbas importunas como para anunciar desde ella a los hombres las palabras de la fe.
a) LA INCREDULIDAD DE LA SINAGOGA
"Hemos visto ya al Señor navegar en otro barco y correr en él graves riesgos, puesto que navegó con Moisés en el mar Rojo. cuando condujo al pueblo de Israel por entre las corrientes de las ondas. Pero entonces sufrió graves afrentas. La incredulidad de la Sinagoga fué una injuria hecha al Salvador, que por ello eligió la nave de Pedro, abandonando la de Moisés, esto es, despreciando a la pérfida Sinagoga y tomando a la fiel Iglesia. En efecto, Dios preparó dos como naves que pescasen en el mar de este mundo la salvación de los hombres. Así lo dice 'el Señor a los apóstoles: Venid y os haré pescadores de hombres (Mt. 4,19). Una de estas dos naves es abandonada en la tierra vacía y como pero la otra es conducida a lo alto rica y llena. La Sinagoga es abandonada vacía e inútil en la playa, porque perdió a Cristo a pesar de los oráculos de los profetas. La Iglesia es dirigida a lo alto rica y llena, porque recibe a Cristo en la doctrina de los apóstoles. La S:nagoga, repito, permanece en tierra, porque no se ocupa más que de asuntos terrenos: mas la Iglesia es conducida a lo alto, porque dirige todas sus miradas a los misterios profundos de los cielos. es decir, a aquella altura de que habla el Apóstol cuando dice: ¡Oh altura de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! (Rom. 11,33).
b) LA FE DE LA IGLESIA
Por eso dice a Pedro el Señor: Dirige a lo alto, esto es, a lo profundo de los conocimientos de la generación divina, Pues ¿qué cosa más profunda que lo que manifiesta Pedro al Señor: ¿Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo? (Mt. 16,16). Y puede darse algo más terreno que lo que dijeron los judíos al Señor: ¿Acaso no es éste el hijo de José el carpintero? (Mt. 13,55). Aquél, inspirado por el cielo, confiesa el nacimiento divino de Cristo; y éstos, con intención venenosa, consideran camal la generación celeste. De aquí que dijera el Salvador a Pedro: ‘Ni la carne ni la sangre te. reveló esto, sino mi Padre, que es `á en los cielos (Mt. 16,17); mientras que a los fariseos les dice: ¿Cómo habéis de hablar bien, cuando malos? (Mt. 16 y 17). Por lo tanto, el Señor sube a aquella sola nave de la que Pedro es piloto, según 51 mismo dice: Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt. 16,18). Esta nave flota de tal modo por el hondo mar del mundo, que, aunque éste pereciere, ella sacaría ilesos a cuantos recibió en su seno."
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