Día 30 de
Mayo, fiesta de
Doble de I Clase. Ornamentos Blancos.
EL más grande misterio de nuestra santa religión, el más profundo, santo e incomprensible dogma de nuestra fe, la verdad revelada más alta y sagrada es la de la Trinidad Augusta e Individua, alrededor de la cual gira toda la liturgia católica. Puede decirse que en el nombre de la Santísima Trinidad somos bautizados, al Padre por medio de Jesucristo, su Hijo, y en unidad con el Espíritu Santo, se ofrece todos los días el santo sacrificio de la Misa. Además, la creencia en este misterio es absolutamente necesaria para salvarse. Así nos lo dice y manda la Iglesia al aprobar como dogma de fe el Símbolo o Credo de San Atanasio, puesto contra los herejes patripacianos, macedonios, maniqueos y priscilianistas: “quien quiera ser salvo, ante todas cosas es necesario que profese la fe católica, la cual si no guardase integra e inviolablemente perecerá para siempre. Y la fe católica es esta: que veneremos un solo Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, sin confundir las personas, ni separar la sustancia divina, porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo, mas una es la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, una la majestad, una la gloria”. (Continúa)
(Sigue) Es esta una verdad que traspasa las fronteras de nuestro entendimiento que solo alcanzaremos a comprender en la otra vida, cuando gocemos de la contemplación de Dios. Y no nos parezca mucho haya en el ser infinito de Dios verdades que superen la capacidad tan limitada de nuestro entendimiento. Por consiguiente, puede decirse que el misterio de la Trinidad es el misterio en que nuestra fe da más honor a Dios por el sacrificio que le hace de toda nuestra razón.
Fruto práctico de esta festividad sea el propósito de hacer la señal del cristiano con aquel amor, reverencia y devoción que merecen la tres divinas Personas que invocamos, y que fomentemos entre nosotros aquella caridad y unión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es Dios Nuestro Señor uno en esencia y trino en personas: un solo Dios verdadero y tres Personas Divinas. “Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y esos tres son uno”, dice San Juan (I, 5,7).
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