sábado, 13 de marzo de 2021

Santo Tomás de Villanueva: El Cántico de la Misericordia Divina



COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA

 

En aquél tiempo, pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades. Y le seguía un gran gentío, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. Entonces Jesús subió a la montaña y se sentó con sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús, pues, levantando los ojos y viendo que venía hacia Él una gran multitud, dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que éstos tengan qué comer?”. Decía esto para ponerlo a prueba, pues Él, por su parte, bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno tuviera un poco”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: “Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” Mas Jesús dijo: “Haced que los hombres se sienten”. Había mucha hierba en aquel lugar. Se acomodaron, pues, los varones, en número como de cinco mil. Tomó, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían. Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: “Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda”. Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido. Entonces aquellos hombres, a la vista del milagro que acababa de hacer, dijeron: “Éste es verdaderamente el profeta, el que ha de venir al mundo”. Jesús sabiendo, pues, que vendrían a apoderarse de Él para hacerlo rey, se alejó de nuevo a la montaña, Él solo. 

Juan VI, 1-15



SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

El cántico de la misericordia divina


En las obras del Santo y en este domingo figuran unas apostillas en las cuales, a propósito de la comida repartida por el Señor en el desierto, nos habla de los tres banquetes que tiene preparados: la gloria para los santos, la meditación de sus cinco llagas para los justos y el perdón de los pecadores, 

Además de estas apostillas tiene otro articulo sobre la misericordia de Dios, en cuya primera parte repite los mismos conceptos para terminar con unos párrafos tan encendidos y bellos que no; demuestran no sólo los sentimientos delicados del alma del santa sino cómo preparaba sus sermones basta en la parte afectiva (cf. Divi Thomae a Vilanova Opera omnia [Manilae 1881]. Vol,1. Serm. del cuarto domingo de cuaresma). 


A) La misericordia de Dios 

a) MUCHOS SON LOS MODOS DE MIRAR QUE TIENE DIOS

Trataré de la misericordia de Dios para mover a los pecadores a penitencia, despertando en ellos la esperanza del perdón. 

La Iglesia en este domingo nos enseña una lección importante, cuando rompe el luto penitente de la Cuaresma, trueca el color de sus ornamentos y profiere palabras de alegría, como suelen hacerlo las madres cuando temen que sus hijos desfallezcan con un luto demasiado prolongado. 

También el pecador, en medio de su llanto y de la meditación de los motivos de temor y pena, debe hacer de vez en cuando un alto y levantar su corazón considerando la clemencia y bondad de Dios. 

En el evangelio de hoy se nos habla de aquella mirada de misericordia que el Señor dirigió a las turbas. Muchos son los modos de mirar que tiene Dios: para convertirnos, para castigarnos, para recompensarnos; pero todas sus miradas persiguen un fin misericordioso. 

Todo le grita al pecador ,la misericordia divina. El establo llama al que, herido por los ladrones, desea curarse; el pesebre, la cruz, los clavos, la vida entera de Jesús, todo vocea su misericordia (cf. SAN BERNARDO, Serm. 5 de Nav. n.1) Pauper sum: Soy un mísero afligido, dice el Salmo (87,16). Pesad bien estas palabras, comenta San Agustín: "Pobre yo, creado todo, y pobre por ti". 


b) DOS MANIFESTACIONES DE LA MISERICORDIA DIVINA

San Bernardo (cf. Ser'''. 13 sobre diversos asunto, 5.4 explicando la misericordia de Dios, dice que se manifiesta principalmente de dos modos, a saber, preservando de los  Pecados y levantando al pecador caído. 

Para preservar de los pecados, cura nuestras malas inclinaciones, da su gracia para vencerlas y aleja las  ocasiones de caer. Unas veces utiliza uno solo de esos medios; otras dos o tres a la vez, y así, por ejemplo, hay quien vive tranquilo y en gracia de Dios, porque El se cuidó de darle un natural manso, en el que apenas si tienen fuerza las pasiones Otros no han recibido un natural tan ordenado, pero, en cambio, son asistidos por la gracia de Dios. 

"Los primeros han recibido un favor mayor, mas los segundos  adquieren mayor mérito; aquéllos viven más tranquilos, pero éstos consiguen mayor y más brillante victoria." 

Para levantar al pecador caído, Dios se vale de su paciencia, de sus castigos y de sus reprensiones. Primero espera' después castiga, y si ni aun así oímos su voz, entonces se esfuerza en que entendamos la de los remordimientos que nos sugiere. "Me extenderé en este punto." 


B) Cántico a la misericordia de Dios 

a) EL TRIUNFO DE TU MISERICORDIA

Cantaré siempre las misericordias de Yavé (Ps. 88,1). Las cantaré en este mundo y las cantaré en la eternidad, cuando las haya experimentado plenamente. Hoy canto y temo, entonces mi corazón cantará y no callará, sin temor a tristeza alguna. Ya no hablaré en mis cánticos de mi santidad ni de mis méritos, que habré enterrado en el olvido, sino sólo de la misericordia que tuviste conmigo desde el principio. Entre tantas criaturas que no quisiste sacar de la nada, me elegiste a mí para darme el ser; iluminaste mi alma con la luz de la fe, la lavaste con las aguas del bautismo y después decidiste enseñarme los secretos de tu ley y misterios. Colocástenie, Señor, entre tus hijos, y más tarde entre tus sacerdotes, Y lo que es más, entre los que confían cantar tu gloria en el cielo. Vivía yo cubierto de pecados, era abominable a tus ojos' y te portaste conmigo como si no lo advirtieras. Y ¿por qué motivo? No puedo encontrar otro sino el de tu infinita bondad, que los ha disimulado primero, para perdonarlos después. Mas Que a,a me diste gracias que superaron cualquier delito (Is. 90.2). porque en donde abundó éste sobreabundó la gracia (Rom. 5, 20). 

Luchaba yo contra ti, y tú añadías bondad sobre bondad, misericordia sobre misericordia, mientras yo iba sumando malicias a malicias, pecados a pecados. Mi corazón se endurecía, mis ojos cegábanse, hacías brillar tu gloria delante de mí, y yo los apartaba para no verla; me llamabas, y volvía los oídos, tú, Señor, no te irritabas. ¡Me has vencido! ¡Si, me has vencido por fin! ¡Has sido más fuerte que yo! Derrotado, te bendigo glorifico tu nombre. Rindo mis armas, vencedor Dúo, y las coloco entre tus manos. 


b) EL ASOMBRO DE LOS ÁNGELES

¡Cuántos mejores que yo se han condenado! Y tú me has hecho fuerza a mí, me has arrastrado hacia el perdón. ¡Oh amor mío, gloria mía y única esperanza mía! ¿Cómo te Pagaré por esta tu violencia? Corrompido y duro, quería huir y tú no me dejaste. 

¿Cuándo estaré en tu casa, en el seno de tu gloria, para poder no pensar sino en tu bondad? Yo te conjuro, Señor. yo te conjuro. Mi condenación eterna hubiera sido justa, pero ¿no te parece mejor poder enseñarme a los ángeles como abismo de miseria mía y misterio de tu clemencia? Se admirarán los ángeles y cantarán tus glorias. Haz que sea así; que yo iré de uno en otro diciéndoles a todos ellos: ¿No conocíais, no sabíais, ¡oh espíritus elegidos!, cuál fué mi vida? ¿Ignorabais mi perversidad y vergüenza? ¡Decidla, Dios mío, que la sepan! Eso era yo, y, sin embargo, aquí me tenéis con vosotros. Y ¿cómo ha podido ocurrir tal cosa, me preguntarán? Yo no lo sé. Me salvó porque quiso. Me arrancó del infierno y de las fauces del león sin mérito alguno por mi parte. ¿Qué digo sin mérito? A pesar de mis deméritos. Así es como ocurrió. Ayudadme, pues, a cantar sus alabanzas, porque yo no tengo voz suficiente para hacerlo como merece. "Tomad vuestras cítaras Y tambores, que yo cantaré eternamente sus misericordias (Ps. 78,1)". 

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