Sermón
R.P. Pío Espina Leupold
Lección
Hermanos: Gracias sean dadas a Dios que puso la misma solicitud ( mía ) por vosotros en el corazón de Tito. Pues no sólo acogió nuestra exhortación, sino que, muy solícito, por propia iniciativa partió hacia vosotros. Y enviamos con él al hermano cuyo elogio por la predicación del Evangelio se oye por todas las Iglesias. Y no sólo esto, sino que además fue votado por las Iglesias para compañero nuestro de viaje en esta gracia administrada por vosotros para gloria del mismo Señor y para satisfacer la prontitud de nuestro ánimo. Con esto queremos evitar que nadie nos vitupere con motivo de este caudal administrado por nuestras manos; porque procuramos hacer lo que es bueno, no sólo ante el Señor, sino también delante de los hombres. Con ellos enviamos al hermano nuestro a quien en muchas cosas y muchas veces hemos probado solícito, y ahora mucho más solícito por lo mucho que confía en vosotros. En cuanto a Tito, él es mi socio y colaborador entre vosotros; y nuestros hermanos son enviados de las Iglesias, gloria de Cristo. Dadles, pues, a la faz de las Iglesias, pruebas de vuestra caridad y de la razón con que nos hemos preciado de vosotros.
II Corintios VIII, 16-24
Evangelio
Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir. Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos. No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino. En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa». Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de casa en casa. Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed lo que os pusieren delante. Curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros».
Lucas X, 1-9
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