sábado, 3 de octubre de 2020

Boletín Dominical 4 de octubre


Día 4 de Octubre, Domingo XIX de Pentecostés

Doble- Conm. de S. Francisco de Asís. Orn. Verdes

Quiere Jesús hacer comprender a los judíos que no solamente es un profeta o un envido de Dios, sino que es, Él mismo, Dios. Por eso primeramente perdona al paralítico, de que nos habla el Evangelio, sus pecados, cosa que, por ser ofensa de Dios, sólo Él podía perdonar. Y tan bien entendieron los judíos que se hacía Dios que se escandalizaron y dijeron: “Este blasfema”. Y entonces Jesús apela al milagro como demostración y testimonio de su poder para perdonar los pecados.

Demos gracias a Jesús, de quien, por boca de sus sacerdotes, oímos también nosotros la sentencia de nuestro perdón: “Confía hijo; tus pecados te son perdonados”. Y, en efecto, por esa palabra quedamos libres de su peso, y curados además de nuestra parálisis espiritual.

Dice el Evangelista que el paralítico se volvió a su casa glorificando a Dios. Los testigos decían: “Jamás hemos visto maravilla semejante”. Y era verdad, pues tampoco habían visto jamás otro hombre semejante a Jesús.

Día 7 de Octubre, Nuestra Señora del Rosario

El 7 de Octubre de 1571, España, con la ayuda del Papa y de Venecia, derrotaba en Lepanto el poderío de los turcos, que orgullosos con las grandes conquistas que hacían cada día sobre los cristianos, prometían apoderarse de toda Europa y enarbolar su media luna sobre la Cúpula de San Pedro. (Continúa).



(Sigue) Mandaba la escuadra cristiana un virtuosísimo joven de 21 años, don Juan de Austria, hermano de Felipe II. Para todo el mundo cristiano fue de gran importancia esta victoria, por eso el Papa San Pio V instituyó este día la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria reconociendo deber a la Virgen este favor, y más tarde Gregorio XIII puso en este día la fiesta del Santísimo Rosario, en lugar de la anterior, por creer ser aquella victoria un favor debido a la recitación del Santo Rosario, devoción esta la más popular  y agradable a la Madre de Dios, pues le recuerda la embajada del Ángel anunciándole tal dignidad, y que desea recen todos cada día y a ser posible, en familia, donde están reproducidos los sucesos gozosos, dolorosos y gloriosos de Jesús y Maria que se han venido sucediendo en todo el año. Esta gran fiesta mariana fue elevada de rito por Su Santidad León XIII, el Pontífice del Santo Rosario, y él mismo la dotó de la actual Misa y Oficio.

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