domingo, 20 de septiembre de 2020

Fray Luis de León: Jesús Médico Divino


COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO 

DEL DOMINGO XVI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

 

En aquel tiempo: Entró Jesús un sábado a comer en casa de uno de los príncipales fariseos, ellos le estaban acechando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?» Y no pudieron replicar a esto. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: “Deja el sitio a éste”, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba.” Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

Lc. XIV, 1-14


FRAY LUIS DE LEÓN 


Jesús Médico Divino

En el evangelio de hoy vemos al Señor curando a un enfermo. Cristo, Jesús". esto es. "Salud". Casi todo el capítulo figura extractado en el tomo primero, domínica de infraoctava de Navidad. Hoy copiamos unos párrafos que no figuran  allá (BAC. Obras p.759ss)

A) Jesús, médico en cuanto hombre

"Para hacer a las criaturas, no hizo hombre a su Hijo, mas hízole para sanarlas y rehacerlas. Para que el Verbo fuese el artífice bastó sólo ser Dios, mas para que fuese el Jesús y la salud convino que también fuese hombre. Porque para hacerlas, como no las hacía de alguna materia o de algún sujeto, no se requería que el artífice se midiese y se proporcionase al sujeto, pues no le había.

Mas para separar lo ya criado y que se desataba de suyo, porque el reparo y la medicina se hacía en sujeto que era, fué muy conveniente y, conforme a la suave orden de Dios, necesario que el reparador se avecinase a lo que reparaba y que se proporcionase con ello; y que la medicina que se ordenaba fuese tal, que la pudiese actuar el enfermo, y que la salud y el Jesús, para que lo fuese a las cosas criadas, se pusiese en una naturaleza criada que con la persona del Verbo junta hiciese un Jesús. De arte que una misma persona en dos naturalezas distintas, humana y divina, fuese criador en la una y médico, y redentor, y salud en la otra: y el mundo todo, como tiene un Hacedor general, tuviese una Salud general de sus daños, y concurriesen en una mis-ma persona este formador y reformador, esta vida y esta salud de vida, Jesús". 

B) En el Verbo, el misterio; en Cristo, la salud 

"Y como en el estado del paraíso, en que puso Dios a nuestros primeros padres (Gen. 2,9-17), tuvo señalados dos árboles, uno que llamó del saber y otro que servía al vivir, de los cuales, en el primero, había virtud de conocimiento Y de ciencia, y en el segundo, fruta que comida reparaba todo lo que el calor natural gasta continuamente de la vida; Y como quiso que comiesen los hombres de éste, y del otro del saber no comiesen, así, en este segundo estado, en un supuesto mismo, tiene puestas Dios aquestas dos maravillosísimas plantas; una del saber, que el , cuyas profundidades nos es vedado entenderlas,es según Verbo que se escribe: Al que escudriñare la majestad hundirálo la gloria (Prov. 95 27); y otra, del reparar y del sanar, que es Jesús de la cual comeremos, porque la comida de su fruta y el incorporal en nosotros su santísima carne se nos manda, no sólo no se nos veda. Que El mismo lo dice: Si no comiéredes la carne del Hijo del hombre y no bebiéredes su sangre, no tendréis vida (Io. 25,27). Que como sin la luz del sol no se ve, porque es fuente general de la luz, así, sin la comunicación de este grande Jesús, de este que es Salud general, ninguno tiene salud. El es Jesús nuestro en el alma, El lo es en el cuerpo: en los ojos. en las palabras, en los sentidos; y sin éste Jesús no puede haber en ninguna cosa nuestra Jesús; digo no puede haber salud que sea verdadera salud en nosotros. En los casos prósperos, tenemos Je-en Jesús; en lo miserable y adverso, tenemos Jesús en Jesús; en el vivir, en el morir, tenemos Jesús en Jesús. Que, como diversas veces se ha dicho, cuando nacimos en Dios por Jesús, nacemos sanos de culpas; cuando, después de nacidos, andamos y vivimos en El, El mismo nos es Jesús para los rastros que el pecado deja en el alma; cuando perseveramos viviendo, El también extiende su mano saludable y la pone en nuestro cuerpo malsano, y templa sus infernales ardores, y lo mitiga y desencarna de sí, y casi lo transforma en espíritu; y, finalmente, cuando nos deshace la muerte, El no desampara nuestras cenizas, sino, junto apegado con ellas, al fin les es tan Jesús, que las levanta y resucita, y las viste de vida que ya no muere, y de gloria que no fallece jamás". 

C) Canto de agradecimiento 

"Y tengo por cierto que el profeta David, cuando compuso el salmo 102, tenía presente a esta Salud universal en su alma. Porque, llena de la grandeza de esta imagen de bien..., reventándole el alma en loores, habla con ella misma Y convídala a lo que es su deseo, a que alabe al Señor y le engrandezca, y le dice: Bendice, ¡oh alma mía!, al Señor (Ps. 1021). Di bienes de El, pues El es tan bueno. Dale palabras buenas siquiera en retorno de tantas obras suyas tan buenas. Y no te contentes con mover en la boca la lengua Y con enviarle palabras que diga, sino tómate en lenguas tú Y haz que tus entrañas sean lenguas y no quede en ti Parte que no derrame loor. Lo público, lo secreto, lo que descubre y lo íntimo; que por mucho que hablen, hablarán mucho menos de lo que se debe hablar. Salga de lo hondo de tus enseñanzas la voz, para que quede asentada allí corno o esculpida perpetuamente su causa; hablen los secretos de tu corazón loores de Dios, para que quede en él la memoria de las mercedes que debe a Dios, a quien loa; Para que jamás se olvide de los retornos de Dios (Ps. 102), de las formas diferentes con que responde a tus hechos. Tú te convertirás en nada, y El hizo nueva orden para darte su ser. Tú eres pestilencia de ti y ponzoña para tu misma salud y El ordenó una salud, un Jesús, que dió a todos tus pecados perdón; Jesús, que medicinó todos los ayes y dolencías que en ti de ellos quedaron; Jesús, que, hecho deudo tuyo, por el tanto de su vida sacó la tuya de la sepultura ; Jesús, que, tomando en sí carne de su linaje, en ella libra a la tuya de lo que corrompe la vida Jesús, que te rodea toda apiadándose de tu vida; Jesús, que en cada ,parte tuya halla mucho que sanar y que todo lo sana Jesús y salud que no solamente da la salud, sino salud blanda, salud que de tu mal se enternece, salud que te saca de la corrupción de la huesa, salud que de lo que es grande piedad y misericordia, te compone premio y corona; salud, finalmente, que hinche de sus bienes tu arreo, que enjoya con ricos dones de gloria tu vestidura, que glorifica vuelto a vida tu cuerpo, que le remoza, y le renueva, y le resplandece, y le despoja de toda su flaqueza y miseria vieja, como el águila se despoja y remoza". 

D) El mayor motivo 

"Porque dice Dios: Dios, al fin, es deshacedor de agravios y gran hacedor de justicias. Siempre se compadece de los que son saqueados y les da su derecho; que si tú no me-recias merced, el engaño con que tu ponzoñoso enemigo te robó tus riquezas voceaba delante de él por remedio. Desde que lo vió se determinó remediarlo, y les manifestó a Moisés y a los hijos de su amado Israel su consejo, el ingenio de su condición, su voluntad y su pecho, y les dijo: Soy compasivo y clemente, de entrañas amorosas y pías, largo en sufrir, copioso en perdonar; no me acelera el enojo, antes el hacer bienes y misericordias me acucia ; paso con an-cho corazón mis ofensas y no me doy a manos en el derramar mis perdones; que no es de mí el enojarme contigo, ni el barajar siempre con vosotros no me puede aplacar. Así lo dijiste, Señor, y así se ve por el hecho, que no has usado con nosotros conforme a nuestras maldades. Cuan lejos de la tierra está el cielo, tan alto se encumbra la piedad de que usas con los que por suyo te tienen. Ellos son tierra baja, mas tu misericordia es el cielo. Ellos esperan, como tierra seca, su bien, y ella llueve sobre ellos sus bienes. Ellos, como tierra, son viles; ella, como cosa del cielo, es divina. Ellos perecen como hechos de polvo; ella, como el cielo, es eterna. A ellos, que están en la tierra, los suben y los oscurecen las nieblas; ella, que es rayo celestial, luce y resplandece por todo. En nosotros se inclina lo pesado como en el centro, mas su virtud celestial nos libra de mil pesadumbres. Cuanto se extiende la tierra y se aparta el na-cimiento del sol de su poniente, tanto alejaste de los hombres sus culpas. Habíamos nacido en el poniente de Adán; traspusístenos, Señor, en tu Oriente, Sol de justicia. Como padre que ha piedad de sus hijos, así tú, deseoso de dar-nos largo perdón, en tu Hijo te vestiste para con nosotros de entrañas de padre. Porque, Señor, como quien nos forjaste, sabes muy bien nuestra hechura lo puedes olvidar; muy acordado estás que soy polvo. Como yerba de heno son los días del hombre. Nace, y sube, Y florece, y se marchita corriendo. Como las flores ligeras, parece algo, es nada ; promete de sí mucho, y para en, un flueco que vuela ; tócale a malas penas el aire, y perece, sin dejar rastro de si. Mas cuanto son más deleznables los hombres, tanto tu misericordia, Señor, persevera más firme".






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