COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO
DEL DOMINGO XVI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
En aquel tiempo: Entró Jesús un sábado a comer en casa de uno de los príncipales fariseos, ellos le estaban acechando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?» Y no pudieron replicar a esto. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: “Deja el sitio a éste”, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba.” Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
Lc. XIV, 1-14
FRAY LUIS DE LEÓN
Jesús Médico Divino
En el evangelio de hoy vemos al Señor curando a un enfermo. Cristo, Jesús". esto es. "Salud". Casi todo el capítulo figura extractado en el tomo primero, domínica de infraoctava de Navidad. Hoy copiamos unos párrafos que no figuran allá (BAC. Obras p.759ss)
A) Jesús, médico en cuanto hombre
"Para hacer a las criaturas, no hizo hombre a su Hijo, mas hízole para sanarlas y rehacerlas. Para que el Verbo fuese el artífice bastó sólo ser Dios, mas para que fuese el Jesús y la salud convino que también fuese hombre. Porque para hacerlas, como no las hacía de alguna materia o de algún sujeto, no se requería que el artífice se midiese y se proporcionase al sujeto, pues no le había.
Mas para separar lo ya criado y que se desataba de suyo, porque el reparo y la medicina se hacía en sujeto que era, fué muy conveniente y, conforme a la suave orden de Dios, necesario que el reparador se avecinase a lo que reparaba y que se proporcionase con ello; y que la medicina que se ordenaba fuese tal, que la pudiese actuar el enfermo, y que la salud y el Jesús, para que lo fuese a las cosas criadas, se pusiese en una naturaleza criada que con la persona del Verbo junta hiciese un Jesús. De arte que una misma persona en dos naturalezas distintas, humana y divina, fuese criador en la una y médico, y redentor, y salud en la otra: y el mundo todo, como tiene un Hacedor general, tuviese una Salud general de sus daños, y concurriesen en una mis-ma persona este formador y reformador, esta vida y esta salud de vida, Jesús".
B) En el Verbo, el misterio; en Cristo, la salud
"Y como en el estado del paraíso, en que puso Dios a nuestros primeros padres (Gen. 2,9-17), tuvo señalados dos árboles, uno que llamó del saber y otro que servía al vivir, de los cuales, en el primero, había virtud de conocimiento Y de ciencia, y en el segundo, fruta que comida reparaba todo lo que el calor natural gasta continuamente de la vida; Y como quiso que comiesen los hombres de éste, y del otro del saber no comiesen, así, en este segundo estado, en un supuesto mismo, tiene puestas Dios aquestas dos maravillosísimas plantas; una del saber, que el , cuyas profundidades nos es vedado entenderlas,es según Verbo que se escribe: Al que escudriñare la majestad hundirálo la gloria (Prov. 95 27); y otra, del reparar y del sanar, que es Jesús de la cual comeremos, porque la comida de su fruta y el incorporal en nosotros su santísima carne se nos manda, no sólo no se nos veda. Que El mismo lo dice: Si no comiéredes la carne del Hijo del hombre y no bebiéredes su sangre, no tendréis vida (Io. 25,27). Que como sin la luz del sol no se ve, porque es fuente general de la luz, así, sin la comunicación de este grande Jesús, de este que es Salud general, ninguno tiene salud. El es Jesús nuestro en el alma, El lo es en el cuerpo: en los ojos. en las palabras, en los sentidos; y sin éste Jesús no puede haber en ninguna cosa nuestra Jesús; digo no puede haber salud que sea verdadera salud en nosotros. En los casos prósperos, tenemos Je-en Jesús; en lo miserable y adverso, tenemos Jesús en Jesús; en el vivir, en el morir, tenemos Jesús en Jesús. Que, como diversas veces se ha dicho, cuando nacimos en Dios por Jesús, nacemos sanos de culpas; cuando, después de nacidos, andamos y vivimos en El, El mismo nos es Jesús para los rastros que el pecado deja en el alma; cuando perseveramos viviendo, El también extiende su mano saludable y la pone en nuestro cuerpo malsano, y templa sus infernales ardores, y lo mitiga y desencarna de sí, y casi lo transforma en espíritu; y, finalmente, cuando nos deshace la muerte, El no desampara nuestras cenizas, sino, junto apegado con ellas, al fin les es tan Jesús, que las levanta y resucita, y las viste de vida que ya no muere, y de gloria que no fallece jamás".
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