domingo, 13 de septiembre de 2020

Boletín Dominical 13 de septiembre





Día 13 de Septiembre, Domingo XV de Pentecostés
Doble-Ornamentos Verdes

Acercándose Jesús a la ciudad de Naím ve que llevan a enterrar  un joven hijo único de una viuda. Compadecido Jesús de esa pobre madre, hace detener el cortejo y vuelve la vida al joven con el imperio de su palabra divina.

En la resurrección de este joven la ostentación de la divina potencia de Jesús queda como eclipsada por la manifestación de la ternura de su Corazón. Solo Jesús puede alargar la vida; solo Él puede resucitar un muerto; Él solo también puede resucitar las almas de la muerte que es el pecado.

Al recordar este pasaje del evangelio de San Lucas no dejemos de meditar, de pensar un poco en la muerte, por que como dice San Juan Clímaco “la meditación de la muerte es la más útil para la salvación”.

Ante la consideración de la muerte, ¡que efímeros aparecen los goces transitorios de la tierra! ¿De qué le sirve entonces al rico su fortuna, ni su ciencia a los sabios, ni el poder a los gobernantes, ni el ingenio a los dotados de talento, ni la hermosura, ni la belleza? Todo es vanidad de vanidades y aflicción de espíritu, como dice el libro de la Sabiduría.

Entonces se comprende muy fácilmente que el servir a Dios es reinar.





Día 15 de Septiembre
Los Siete Dolores de la Santísima Virgen María

María, llena de fortaleza y de dolor, estaba el pie de la cruz en que ve clavado a su Hijo Divino. Ningún mortal podrá comprender nunca la intensidad del dolor de la más buena de las madres al ver, con tanta ingratitud e injusticia, ultrajar, atormentar y ajusticiar al más santo y amable de los hijos. La piedad del pueblo cristiano ha querido recordar y meditar las acerbísimas penas y los principales dolores de la Santísima Virgen Maria, que como espadas se clavaron en su dulce corazón, desde que la profecía del anciano Simeón le anuncio su martirio incruento. Digamos con la liturgia: “¡Oh Madre, fuente de amor! Hazme sentir tu dolor, para que llore contigo; y que por mi Cristo amado, mi corazón abrazado más viva en el que conmigo.”

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