sábado, 15 de agosto de 2020

Boletín Domingo 16 de Agosto



Día 16 de Agosto, San Joaquín,

Padre de la Ssma Virgen María,


Conmemoración Domingo XI de Pentecostés. Doble de II Clase.


San Joaquín, padre de la Santísima Virgen y abuelo de Jesucristo, era sumamente generoso, y es piadosa tradición que dividía sus bienes en tres partes: una para el templo y sus ministros; otra para los pobres, las viudas y los huérfanos, y la tercera, la reservaba para el sustento de los de su casa. Como sea verdad que la gracia perfecciona la naturaleza sin destruirla, podemos afirmar que unido San Joaquín por tan estrechos lazos a su querida Hija y a su benditísimo Nieto, tiene un poderosísimo valimiento ante ellos y ejercerá su protección sobre todas las almas, por las cuales murió Jesús. El Santo Evangelio nos refiere la genealogía de Jesucristo desde el patriarca Abraham hasta San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María.


Domingo XI de Pentecostés

Los Oficios de este día nos dan a entender cómo la oración humilde y confiada lo puede todo ante Dios.

Se le suplica a Jesús cure un pobre sordomudo, y compadecido de él, apártale de la multitud y le da la facultad de oír y hablar. En el Bautismo conserva la Iglesia en su Ritual, las misteriosas acciones de Cristo en la curación de este sordomudo.

Dice San Gregorio que “Si Cristo levantó los ojos y suspiró, no fue por que necesitara de todo eso, Él, que daba lo mismo que pedía, sino para enseñarnos a suspirar y levantar los ojos a Aquel Señor que reina en los Cielos, a fin de que abra nuestros oídos por el Don del Espíritu Santo y que por la saliva de Su boca, o sea por la ciencia de la Palabra Divina, desate nuestra lengua, capacitándola para predicar la Verdad.” (3º nocturno de Maitines).



Día 22 de Agosto, Inmaculado Corazón de María

No hay corazón más semejante al de Jesucristo que el Inmaculado Corazón de su Madre, la Virgen Santísima. Ningún otro ha participado como él de los amores y de las aflicciones y dolores del Corazón de Cristo. Unida tan íntimamente a su divino Hijo, el Corazón de María latía y late siempre al unísono con el Corazón de Jesús, asociada a la obra redentora y santificadora de Jesucristo, el Corazón de María sufría en sí tan intensamente los dolores y las afrentas de la Cruz y los ofrecía con tan inmenso amor a Dios Padre por el rescate y redención de los hombres, de los que al solo una especial providencia de la omnipotencia de Dios pudo conservar la vida preciosa de María, que de otra suerte hubiera muerto de dolor. Con razón llaman pues los Santos Padres y la Iglesia a María, Reina de los mártires y Corredentora de los hombres. Solo Dios puede conocer y valorar las finezas, las dulzuras, la caridad, el heroísmo y el amor de ese Corazón, que es arpa melodiosa cuyas cuerdas vibran al suave soplo del Divino Espíritu. Acudamos al Corazón Inmaculado de María, que es refugio de los afligidos, consuelo de los tristes, remedio de los que lloran, fortaleza de los débiles, defensa en los peligros, auxilio en la tentación, alegría y dulzura de todos los que la invocan. Digamos siempre: Dulce nombre de María, sed nuestra salvación.




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