sábado, 18 de julio de 2020

San Juan Crisóstomo: Los Herejes, Falsos Profetas





COMENTARIO ACERCA DEL EVANGELIO 
DEL DOMINGO SÉPTIMO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces: por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego. Por sus frutos pues lo podéis reconocer. No todo aquel que me dice: ¡Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos.

San Mateo VII, 15-21


SAN JUAN CRISÓSTOMO,
Obispo y Confesor
 
Los herejes, falsos profetas 


El Opus imperfectum, aunque espurio, ha tenido tal autoridad en la Iglesia, que bien merece aduzcamos su doctrina (Hom. 10 sobre el cap. 7 de S. MT.: PG 30, 736-743).

 
A) La herejía, efecto del pecado y prueba del justo 

a) Los VESTIDOS DE OVEJAS 

¿Cuáles son los vestidos de ovejas? La apariencia de una religión simulada. Las limosnas simuladas son un vestido y no obra de ovejas. La oración simulada es un vestido y no obra de ovejas. El ayuno simulado es un vestido y no obra de ovejas. Y todas las demás apariencias de virtud con las cuales se visten los lobos rapaces. No hay nada que acabe de tal manera con el bien como el simulado, porque el mal manifiesto se evita y se precave uno de él como de un mal; en cambio, el mal disimulado bajo la capa de bien no es precavido hasta que no se conoce, sino que se recibe como un bien y, al unirse con el bien verdadero, acaba por destruirlo.

 
b) PELIGRO Y UTILIDAD DE LA HEREJÍA

En esta forma, los siervos del diablo corrompen tristemente a la cristiandad simulándose cristianos, y sobre ellos avisa el Señor a sus discípulos, y más todavía a nosotros, diciendo: Guardaos de los falsos profetas, porque es una gran virtud de los hombres conocer el mal, y una firme defensa de la salud saber qué es lo que deben huir. La herejía es un peligro y representa también una gran utilidad. Es peligrosa porque seduce y hace perecer a muchos; es útil porque los fieles son probados y separados de los infieles gracias a ella. Los que murmuran del peligro de la prueba, necesario es que murmuren del premio de la misma. En ningún asunto puede merecerse  el descanso si no ha precedido el trabajo y mucho más en los espítrituales, en donde, si no hay tentación, no hay prueba.

Guardaos de los falsos profetas, conviene, a saber, en primar lugar de los falsos cristianos, porque nada ha ocasionado la perdición de más cristianos como el creer que lo son todos los que lo dicen. 


B) Medios para conocerlos 

a) FE Y CEREMONIAS SEMEJANTES

Quizás me digas: ¿Cómo puede afirmar que no es cristiano ese a quien veo confesar a Cristo, que tiene su altar, que ofrece el sacrificio del pan y del vino, que bautiza, que lee las Sagradas Escrituras y conserva el orden sacerdotal? Oyeme, varón prudente; si no confesara a Cristo, se vería claramente que era un gentil, y si te dejases engañar, serías un tonto; ahora bien, si te dejas engañar por el que confiesa a Cristo, pero no como Cristo lo ha mandado, se deberá a tu negligencia. El que cae en un hoyo disimulado es un negligente, por no mirar con esmero; el que cae en un hoyo abierto no es descuidado, sino un loco. Y en cuanto a lo que me has dicho de la semejanza de los oficios divinos, escucha bien: ¿Acaso llamarás hombre a los monos porque tienen miembros humanos y nos imitan? Pues lo mismo ocurre con los herejes, que imitan los misterios de la Iglesia, pero no pertenecen a ella. Por eso el Señor no dijo mirad, sino guardaos. Mirar es sencillamente ver; guardarse quiere decir considerar precavidamente... Guardaos, para que entendáis que no debéis mirar sólo la apariencia corporal, sino vigilar atentamente, porque, si miráis por defilera, no los podréis conocer, ya que llevan la apariencia de la cristiandad. 


b) EL CRITERIO DE LAS BUENAS OBRAS 

Siendo hombres falibles, ¿cómo podréis descubrir la mentira disfrazada con el velo de la verdad? En primer tér-mino, habéis de utilizar las obras buenas, pues si ejecut,a-ramos las de la justicia, no seríamos engañados por ningún error y los descubriríamos todos. La misma causa que evita el error ayuda a descubrir los ajenos, y así como los pecados oscurecen los sentidos del pecador para que no vea la mentira y caiga en ella, de igual forma, cuando obramos el bien, la misma luz de la justicia abre nuestros ojos de la verdad. 

Comprobad cómo, desde el primer momento en que se sembró entre los hombres el error en la fe, no fué el engaño diabólico el que hizo a los hombres malos, sino los hombres malos los que se hicieron a sí mismos el error diabólico. Si el equivocarse hiciese malos a los hombres, habría que culpar a Dios, que nos hizo seducibles por el error; pero, en nuestro caso, la culpa es del hombre, que elige voluntariamente la mentira, ya que el error no puede prevalecer entre los hombres si antes no hubiese existido el pecado. Primeramente, el hombre es cegado por sus muchos pecados, y entonces el diablo puede seducirle y hacerle caer en la muerte. Así como la noche no llega mientras brilla el sol, y se apodera del mundo cuando éste se acerca a su ocaso, así, mientras brilla en el hombre la luz de la justicia, las tinieblas del error no pueden conquistarle. Vigilemos, pues, viviendo en la práctica del bien, porque no es el error quien engendra el pecado, sino el pecado al error. Como dice la Sabiduría, la impiedad arrastra al hombre al error (Prov. 13,6).

 
c) Los HEREJES NO SON TRIUNFO DEL DEMONIO, SINO PERMISIÓN DE DIOS
 
Si Cristo no hubiese conseguido llenar al mundo con su fe, habríamos creído que el diablo era más poderoso; pero ahora, que vemos nacer las herejías entre los creyentes, aparece claro que éstas no son un triunfo del demonio, sino una permisión de Dios. Y ¿por qué nos avisa contra ellas como si no quisiera que existiesen? Porque permite la tentación y no desea tener siervos que no sean discretos. Mas, como no quiere dejarlos perecer como ignorantes, les avisa. Deja llegar la tentación para que no sean coronados a la vez malos y buenos; avisa para que los buenos no perezcan con los malos. 


C) Los herejes, falsos profetas 

a) Los DOCTORES DE LA IGLESIA SON LOS ÚNICOS MAESTROS

Llamamos ovejas propiamente a los cristianos, y vestidos de ovejas, a la apariencia de cristiandad. ¿Ves, pues, cómo Cristo se refiere a los herejes? Son, desde luego, mucho más peligrosos que aquellos judíos expulsados y señalados por los apóstoles. Porque éstos vagaban errante:  fuera de las reuniones cristianas, y, en cambio, estos otros, como si fueran cristianos, levantan sus iglesias. 
 
¿Qué digo? Suplantan libre y paladinamente a los jefes de la Iglesia y se multiplican de tal forma, que no parece sino que somos los cristianos los que vagamos fuera. 


b) EL PECADO DE HEREJÍA Y LOS PECADOS DE DEBILIDAD

«Y para que el hereje no se escude diciendo que Cristo se refiere a los doctores verdaderos, que, aunque cristianos, Ron pecadores, queda explicar que el cristiano que peca es un cristiano falso... Sin embargo, el Señor, para que en-tiendas que, en lugar de referirse a ellos, alude a los herejes, no se limita a decir: Que vienen a vosotros can vestiduras de ovejas, sino que añade: Mas por dentro son lobos rapa-ces. Los doctores cristianos, si fueran pecadores, merecen el nombre de siervos de la carne, porque son vencidos por ella; pero no se proponen perder a los cristianos, por lo cual no se les llama lobos rapaces. Estos lobos rapaces son aquellos de quienes dice el Apóstol (Act. 20,29): Yo sé que después de mi partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, y que de entr en vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento. Oyeme, pues, tú, que te crees sabio porque has sido enseñado por los herejes y te juzgas cristiano porque has sido bautizado por ellos; mira cómo llama Cristo a los doctores herejes: devoradores. Si te han enseñado los herejes, te han robado, no te han enseñado, nó te han apacentado. Propio es de lobos devorar y no salvar». 





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