Día 24 de Mayo, Domingo después de la Ascensión.
Semidoble. Orn. Blancos.
En la última cena prometió Jesús que enviaría al Espíritu Santo Consolador, el cual al dar testimonio de Jesús los fortalecería en la fe y les enseñaría toda verdad; después de ello se dispersarían los Apóstoles y como testigos de vista anunciarán al mundo el Evangelio aún arrostrando todos los peligros.
“Dará testimonio de Mi”, la misión del Espíritu Santo en la Iglesia fue y es la de dar testimonio de N.S.J.C.
El Espíritu Santo es Luz, en la Secuencia de Pentecostés se le invoca como Luz de los corazones. “Veni lumen cordium”, y sus oficio como luz son: apartarnos del error, pues, si luz y tinieblas son incompatibles, el primer oficio del Espíritu Santo será apartar al hombre del error; guiarnos a la verdad, que es concretamente hacernos conocer a Jesucristo: “Per Te noscamus atque Filium”.
El alma, por lo tanto, debe invocar al Espíritu Santo cuantas veces va a ponerse en contacto con Nuestro Señor por la oración o lectura espiritual, o cuantas veces vaya a escuchar la palabra de Dios. Particularmente también le invocaran las personas que se dediquen a trabajos intelectuales, hombres de gobierno, padres de familia, y, en fin, todos los cristianos al comenzar cada día, y al principiar las obras, para que así se vean libres de error y sean dirigidas al último fin del hombre, que es ganar su alma para el Cielo.
El alma, por lo tanto, debe invocar al Espíritu Santo cuantas veces va a ponerse en contacto con Nuestro Señor por la oración o lectura espiritual, o cuantas veces vaya a escuchar la palabra de Dios. Particularmente también le invocaran las personas que se dediquen a trabajos intelectuales, hombres de gobierno, padres de familia, y, en fin, todos los cristianos al comenzar cada día, y al principiar las obras, para que así se vean libres de error y sean dirigidas al último fin del hombre, que es ganar su alma para el Cielo.
Día 24 de Mayo, Fiesta de la Virgen María,
Auxilio de los Cristianos
La advocación de María, Auxilium Christianorum fue introducida en las Letanías de la Virgen por el Papa San Pio V en 1571, después de la Batalla de Lepanto, ganada a los turcos por las armas españolas al mando de Juan de Austria. La fiesta fue instituida por el Papa Pio VII el 24 de Mayo de 1814, para conmemorar su entrada triunfal en Roma de vuelta del humillante y penoso cautiverio en Francia por obra inicua de Napoleón I, que se apoderó de su sagrada persona. También tiene por objeto agradecer a la Santísima Virgen María su continua protección del pueblo cristiano en sus luchas por la fe.
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