domingo, 10 de mayo de 2020

Boletín Dominical 10 de mayo





Día 10 de Mayo, Domingo IV de Pascua.


Doble- Orn. Blancos. Conm. S. Antonino, Obispo y Confesor.


Jesús, que es la alegría de los corazones, tiene que desaparecer de nuestra vista e ir a las mansiones de la gloria. Anuncia hoy su próxima Ascensión, y para que no se entristezcan demasiado por su partida, les dice que ella es necesaria, porque así les enviará el Espíritu Consolador, que les dará el don de ciencia y de sabiduría, y les hará entender todas las cosas. A primera vista parece extraña la conexión que leemos en el Evangelio, entre la partida de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo, como si la presencia de N. S. fuera un impedimento para aquella venida. La razón está en las ilusiones fantásticas de un mesianismo terreno que los Apóstoles acariciaban y que no habían de abandonar hasta que Jesús se les quitase de delante. 

La Epístola nos habla de la gracia y de nuestra libre cooperación a ella, que son los dos elementos necesarios para la obra de nuestra salvación y santificación. La gracia lo es todo, pero sin nuestro libre consentimiento y cooperación quedará ineficaz la acción de la gracia.


SANTOS FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES.

Felipe era, como Pedro y Andrés, hijo de la ciudad de Betsaida, en Galilea; habiendo llegado a Hierópolis de Frigia cuando los Apóstoles se dividieron por todo el mundo para llevar la luz del Evangelio,, abrió los ojos a aquella pobre dente; hízole visible la grosería de sus errores, y convirtiendo a la fe a toda ciudad, fundó en ella una floreciente iglesia; pero no le dejó en paz la cólera del demonio, porque irritados los sacerdotes de los ídolos y los magistrados a la vista de los maravillosos progresos que hacía el cristianismo, resolvieron quitarle la vida, y echando mano de él, lo tuvieron preso unos días y por ultimo lo crucificaron, a ejemplo del Salvador, alrededor del año 80. (Continúa)






(Sigue)

Santiago el Menor, hermano del Apóstol San Judas Tadeo, era primo de Jesús y natural de Caná de Galilea. Fue el primer obispo de Jerusalén y era hombre de mucha oración, austero y penitente, amante de las tradiciones patrias y de trato dulce y amable; calidades que conquistaron gran autoridad entre los judíos, que le amaban entrañablemente. Escribió a las doce tribus de la dispersión la carta canónica que lleva su nombre, y que es maravillosa por su doctrina y claridad; digna de leerse y meditarse frecuentemente, habla del sacramente de la extremaunción, la vacuidad de la fe si no va acompañada de buenas obras, del deber de da el salario justo… Siendo muy anciano, y no queriendo renegar de Jesucristo, fue precipitado desde lo alto del templo de Jerusalén aplastada su cabeza con una maza.







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