domingo, 22 de marzo de 2020

Sermón Domingo IV de Cuaresma



Sermón

P. Gabriel M. G. Rodrigues


Lección
Hermanos: Escrito está que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre. Mas el de la esclava nació según la carne, mientras que el de la libre, por la promesa. Esto es una alegoría, porque aquellas mujeres son dos testamentos: el uno del monte Sinaí, que engendra para servidumbre, el cual es Agar. El Sinaí es un monte en Arabia y corresponde a la Jerusalén de ahora, porque ella con sus hijos está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba es libre, y ésta es nuestra madre. Porque escrito está: “Regocíjate, oh estéril, que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no conoces los dolores de parto; porque mas son los hijos de la abandonada que los de aquella que tiene marido”. Vosotros, hermanos, sois hijos de la promesa a semejanza de Isaac. Mas así como entonces el que nació según la carne perseguía al que nació según el Espíritu, así es también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? “Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”. Por consiguiente, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.  
Gálatas IV, 22-31


Evangelio
En aquél tiempo, pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, o de Tiberíades. Y le seguía un gran gentío, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. Entonces Jesús subió a la montaña y se sentó con sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús, pues, levantando los ojos y viendo que venía hacia Él una gran multitud, dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para que éstos tengan qué comer?”. Decía esto para ponerlo a prueba, pues Él, por su parte, bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios de pan no les bastarían para que cada uno tuviera un poco”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: “Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” Mas Jesús dijo: “Haced que los hombres se sienten”. Había mucha hierba en aquel lugar. Se acomodaron, pues, los varones, en número como de cinco mil. Tomó, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían. Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: “Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda”. Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido. Entonces aquellos hombres, a la vista del milagro que acababa de hacer, dijeron: “Éste es verdaderamente el profeta, el que ha de venir al mundo”. Jesús sabiendo, pues, que vendrían a apoderarse de Él para hacerlo rey, se alejó de nuevo a la montaña, Él solo. 
Juan VI, 1-15


A.M.D.G.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario