Sermón
P. Gabriel M. G. Rodrigues
Sermón
P. Julián Espina Leupold
Lección
Así dice el Señor Dios: He aquí que envío a mi ángel que preparará el camino delante de Mí; y de repente vendrá a su Templo el Señor a quien buscáis, y el ángel de la Alianza a quien deseáis. He aquí que viene, dice el Dios de los ejércitos. ¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién es el que podrá mantenerse en pie en su epifanía? Pues será como fuego de acrisolador, y como lejía de batanero. Se sentará para acrisolar y limpiar la plata; purificará a los hijos de Leví, y los limpiará como el oro y la plata, para que ofrezcan al Señor sacrificios en justicia. Y será grata al Señor la oblación de Judá y de Jerusalén, como en los días primeros y como en los tiempos antiguos.
Malaquías III, 1-4
Evangelio
Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón primer nacido será llamado santo para el Señor”, y a fin de dar en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un par de tórtolas o dos pichones”. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre el. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor. Y, movido por el Espíritu, vino al templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas en la Ley, él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, según tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, que preparaste a la faz de todos los pueblos. Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de Israel, tu pueblo”.
Lucas II, 22-32
A.M.D.G.
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