domingo, 9 de febrero de 2020

Sermón Domingo de Septuagésima



Sermón

P. Pío Espina Leupold




Sermón

P. Julián Espina Leupold


Lección
Hermanos: ¿No sabéis que en el estadio los corredores corren todos, pero uno solo recibe el premio? Corred, pues, de tal modo que lo alcancéis. Y todo el que entra en la liza se modera en todo; ellos para ganar una corona corruptible, y nosotros, en cambio, por una incorruptible. Yo, por tanto, corro así, no como al azar; así lucho, no como quien hiere el aire; sino que castigo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo predicado a los demás, yo mismo resulte descalificado. 

I Corintios IX, 24-27


Evangelio
En aquel tiempo. Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: “El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercera, vio a otros que estaban de pie, en la plaza, sin hacer nada. Y les dijo: “Id vosotros también a mi viña, y os daré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Saliendo otra vez a la sexta y a la novena hora, hizo lo mismo. Saliendo todavía a eso de la hora undécima, encontró otros que estaban allí, y les dijo: “¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?” Dijéronle: “Porque “nadie nos ha contratado”. Les dijo: “Id vosotros también a la viña”. Llegada la tarde, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros, y págales el jornal, comenzando por los últimos, hasta los primeros”. Vinieron, pues, los de la hora undécima, y recibieron cada uno un denario. Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero ellos también recibieron cada uno un denario. Y al tomarlo, murmuraban contra el dueño de casa, y decían: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y los tratas como a nosotros, que hemos soportado el peso del día y el calor”. Pero él respondió a uno de ellos: “Amigo, yo no te hago injuria. ¿No conviniste conmigo en un denario? Toma, pues, lo que te toca, y vete. Mas yo quiero dar a este último tanto como a ti. ¿No me es permitido, con lo que es mío, hacer lo que me place? ¿O has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”.

Mateo XX, 1-16


A.M.D.G. 

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