miércoles, 29 de enero de 2020

La Iglesia de Cristo


La Iglesia de Cristo
Una Revisión de la Doctrina Básica sobre la Iglesia Católica.
Por el Rev. Padre Francisco Radecki
Traducción: Rev. P. Pio Espina y Rev. P. Gabriel María Rodrigues
             Es un hecho histórico que Jesucristo fundó la Iglesia Católica. Esta Iglesia visible tiene un conjunto fijo de creencias (El Depósito de la Fe: Las Sagradas Escrituras y la Tradición Apostólica), un culto uniforme (el Santo Sacrificio de la Misa), siete Sacramentos que dan la gracia a los que los reciben, y una jerarquía (El Papa, los obispos y sacerdotes que ministran al laicado).
Una Iglesia Visible.
            Jesucristo se refirió a Su Iglesia cuando habló de la vid y los sarmientos y también más tarde cuando dijo: “Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí” (Io 10, 14). Nuestro Señor fundó la Iglesia Católica… “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Math 16, 18). A lo largo de los tres años de Su vida pública, Cristo enseñó a los Apóstoles, discípulos, y a las turbas que Le seguían, y más tarde les ordenó que difundieran sin miedo la Fe Católica por todo el mundo. La Iglesia Católica ha tenido siempre un espíritu misionario y ha trabajado para instruir a los conversos de todo el mundo, ya que la mejor forma de la caridad para con el prójimo es trabajar por la salvación eterna de su alma inmortal.
            Cada uno está obligado a seguir la verdad, que se encuentra en la Iglesia Católica. Aunque todos tengan libre albedrío, una persona que permanece indiferente o apática en materia de religión, es culpable, especialmente desde que Jesucristo descendió de los Cielos para redimir al mundo y fundar la Iglesia Católica. Desde que Nuestro Señor estableció la Barca de Pedro, Él espera que todos estén a bordo de ella. Aquellas que se mantienen voluntariamente en otro camino son culpables ante Sus ojos: “El que cree y se bautiza se salvará; el que no cree se condenará” (Mar. 16,16).

La Autoridad de la Iglesia

            La protección y orientación del Espíritu Santo se reflejan en los tres atributos de la Iglesia Católica: autoridad, infalibilidad, e indefectibilidad. La Iglesia Católica recibió su autoridad de Jesucristo su Fundador, que dijo: “El que os oye, a mi me oye” (Luc 10,16).
            Cristo dijo a los Apóstoles a que “enseñasen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolas a observar todo cuanto Yo os he ordenado” (Math. 28: 19-20).
            Jesucristo, que fundó la Iglesia Católica, le dio Su autoridad por la que el Papa gobierna la Iglesia Universal, los obispos sus diócesis y rebaños, y los sacerdotes sus feligreses. Los tres anillos de la tiara papal simbolizan que el Papa está para enseñar, gobernar y santificar.

El Interregno.

            La Iglesia sigue trabajando cuando la Sede de Pedro está vacante entre el reinado de los Papas (el interregno), mientras ella está esperando a que un sucesor sea electo o cuando hay un papa dudoso. Ya que la Iglesia Católica debe trabajar incesantemente para la salvación de las almas hasta el final de los tiempos, ella suministra la jurisdicción a los obispos y sacerdotes durante el periodo de interregno.
            La Doctrina del Magisterio, consistiendo en el Papa y los obispos enseñando en unión con él, enseña infaliblemente las doctrinas de Cristo y las hace disponibles por todo el orbe. La autoridad es transferida desde Cristo, la Cabeza de la Iglesia Católica al Papa, Su vicario en la tierra, a los obispos nombrados por el Papa (1) y a los sacerdotes que sirven a las parroquias. El Concilio de Trento (1545-1563) enseñó que los poderes dados por Cristo a los Apóstoles fueron transferidos a los obispos.
Los oficios honoríficos en la Iglesia no dan poderes adicionales al sacramento. Los cardenales eligen Papas; los arzobispos gobiernan otras archidiócesis; los monseñores son sacerdotes que han sido honrados por el Papa por un servicio distinguido.
La Infalibilidad.
El Papa es protegido, por la infalibilidad papal, de enseñar a la Iglesia Universal cualquier cosa contraria a la fe y buenas costumbres. Cuando el Papa define infaliblemente una doctrina, él simplemente hace una pública declaración de lo que siempre fue enseñado por la Iglesia.
Cristo proveyó para la exacta transmisión de Sus inmutables enseñanzas de edad en edad a través de la infalibilidad papal, la divina salvaguardia que protege a los Papas de enseñar la herejía en materia de fe y moral. Un Papa no puede inventar nuevas doctrinas ni enseñar algo contrario al Deposito de la Fe. Monseñor Van Noort explica: “La infalibilidad no es apenas la ausencia de error, sino la imposibilidad de errar” (Christ’s Church, p. 119).
El Papa Pio XII escribió sobre la infalibilidad de las encíclicas papales en Humanis Generis: “… si el Supremo Pontífice en sus documentos oficiales juzga a propósito un tema que está en disputa, es obviamente que el tema, de acuerdo con la mente y el querer del mismo Pontífice, con puede ser más considerada como una cuestión abierta a discusión entre los teólogos.”
El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu de Verdad, protege al Papa de enseñar el error, como fue confirmado por el Concilio Vaticano de 1869 al 1870: “… el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro de forma que, por Su revelación ellos pudieran manifestar una nueva doctrina, sino que, por Su asistencia, guardarían como sagrado y propondrían fielmente la revelación propagada por los Apóstoles, o el Deposito de la Fe” (Pastor Aeternus, c. 4. Pio Papa XII, Munificentíssimus Deus, 1 de Noviembre de 1950).

Indefectibilidad

La Indefectibilidad significa que Cristo estará con Su Iglesia todo el tiempo y que ella existirá hasta el final del mundo. “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo” (Math. 28-20).

Los herejes seleccionan y eligen lo que quieren.

Aunque una religión se pareciera un buffet, donde uno puede elegir las creencias, tendría esto apariencia religión, pero carece de sustancia. A través de los siglos líderes religiosos rebeldes han dejado la Iglesia Católica y fundado sus propias religiones. Muchos de estas religiones llevan los nombres de sus fundadores, de los cuales rechazaron enteramente o las creencias o las prácticas o desarrollaron otras nuevas.
Estos líderes, que rechazaron la autoridad de la Iglesia Católica, se establecieron como expertos en materias religiosas y vinieron a ser, para sus seguidores, la suma autoridad religiosa. Algunos siguieron privatizando la interpretación de la Escritura y rechazando igualmente la Tradición Apostólica. Otros cuestionaron la consistencia de las enseñanzas de los Papas, así como a aquellas de los Padres y Doctores de la Iglesia.
Puesto que las religiones hechas por el hombre son subjetivas, tienen inconsistencias y contradicciones. La Iglesia Católica es la única religión en el mundo que ha retenido esencialmente las mismas creencias y el mismo culto desde su fundación hasta el presente día.
Los herejes a menudo exageran una doctrina de la Fe y niegan otras. Ellos mantienen una apariencia de enseñanza Católica para más fácilmente engañar a sus seguidores. La herejía, una negación de una o más doctrinas de fide de la Iglesia, se basa en una soberbia y rebelión contra Dios, Sus leyes y su Iglesia.
Todo o nada.

El credo Católico es un conjunto – todo o nada. Considere las palabras de la Profesión de Fe del Concilio de Trento y las de la constitución Nuper ad nos del Papa Benedicto XIV:
“Además, todas las otras cosas enseñadas, definidas y declaradas por los sagrados cánones y por los Concilios ecuménicos… yo acepto y profeso sin hesitar, y al mismo tiempo todas las cosas contrarias a los mismos… igualmente condeno, rechazo y anatematizo” (Denzinger 1000, 13 de Noviembre de 1565, Injunctum Nobis, Papa Pio IV).
“Igualmente, yo acepto y profeso todas las otras cosas que la Santa Iglesia Romana acepta y profesa, e igualmente condeno, rechazo y anatematizo… todas las cosas contrarias, tanto los cismas cuanto las herejías, que han sido condenadas, rechazadas y anatematizadas por la misma Iglesia” (Denz. 1473, 16 de Marzo de 1743).
Un católico debe creer en todos los dogmas de fe de la Iglesia. Un católico practicante concurre a la Misa todos los domingos y recibe frecuentemente los sacramentos de la Penitencia y de la Santa Eucaristía. La Fe católica es un conjunto uniforme cuyas doctrinas y prácticas están intrínsecamente ligadas unas a otras. Las Sagradas Escrituras, la Tradición Apostólica, los escritos de los Papas, los Concilios generales, los Padres y Doctores de la Iglesia (2)  y los santos comunican el mismo mensaje y no se contradicen los unos a los otros. Si parece que hubo alguna contradicción, esto es causa de una mala interpretación.
La Redención

Nuestro Señor redimió al género humano y abrió las puertas del Cielo a través de su Pasión y Muerte en la Cruz. “Dios amó tanto al mundo que dio su Hijo Unigénito, para que aquél que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Io 3:16). Jesús reparó el pecado original y el pecado de todos; sin embargo, cada persona es todavía tiene la responsabilidad de trabajar con “temor y temblor” (Phil 2:12) por su propia salvación. “Por lo que un hombre siembre, esto cosechará” (Gal 6:8).
Dios espera que cada uno viva una vida virtuosa, muera en estado de gracia y sea un ejemplo para todos. Aunque Jesús murió para reparar a los pecados de todos, no son todos los que se salvan: “Porque esta es Mi Sangre, la de la nueva alianza, que es derramada [eficazmente] por muchos para la remisión de los pecados.

Las formas extremas de ver la Salvación hoy día.

Muchos de la actualidad creen erróneamente que ellos son automáticamente salvados. Algunos piensan que están salvados meramente por aceptar a Jesús como a su Salvador personal. Otros creen que por estar bautizados, ellos pueden hacer los quieran. Ninguno de estos puntos de vista es correcto.
Otros ataques en contra la justicia y misericordia de Dios e incluso en contra el libre albedrío.
  • A causa de la Salvación Universal todos están salvados incluso si nohacen lo que Dios manda.
  • Uno no se salva al menos que haya recibido el Bautismo de agua.
  • Dios predestina las personas que serán salvadas y las que se condenarán.

La Justificación.

Santo Tomás de Aquino escribió sobre la necesidad de estar incorporado a Jesucristo ya que “… pues debajo del cielo no hay otro nombre dado a los hombres, por medio del cual podemos salvarnos” (Act. 4:12). El tema es elucidado por Canon Smith:
“Tratando de la cuestión de que si un hombre puede ser salvado sin el Bautismo, Santo Tomas alude a que si el Bautismo actual es debidamente ausente por circunstancias accidentales, el deseo, procediendo de la ‘fe y trabajando a través de la caridad’, estará en la providencia de Dios su santificación interna. Pero cuando uno tiene ausencia del Bautismo actual y culpablemente se abstiene del deseo del Bautismo, ‘aquellos que no se bautizaren bajo tales condiciones no puede salvarse, porque ellos ni sacramental ni mentalmente están incorporados a Cristo, del cual solo viene la salvación.’” (The teachings of the Catholic Church, Vol. II, p. 675. Romanos 4, 11. III Q. 68, art. 2).
            El Papa Pio XII condenó repetidamente el concepto de la salvación universal:
            “Algunos reducen a una formula sin sentido, la necesidad de pertenecer a la Verdadera Iglesia, a fin de ganar la salvación eterna” (Humani Generis, pfo. 45 y 42)
            “Actualmente apenas estos son incluidos como miembros de la Iglesia, los que han sido bautizados y profesan la verdadera fe, y los que no han tenido la desgracia de separarse de la unidad del Cuerpo, o ser excluidos por la legítima autoridad a causa de una grave falta cometida.” (Mistici Corporis Cristi, 22.)
            El Papa también explica la necesidad de unirse Iglesia Católica para aquellos que están fuera de ella:
“… implorando las oraciones de toda la Iglesia para invitar desde lo más intimo del corazón a todos y a cada uno de ellos a que rindiéndose libre y espontáneamente a los internos impulsos de la gracia divina, se esfuercen por salir de ese estado, en el que no pueden estar seguros de su propia salvación eterna; pues, aunque por cierto inconsistente deseo y voto están ordenados al Cuerpo Místico del Redentor, carecen sin embargo de tantos y tan grandes dones y socorros celestiales, como sólo en la Iglesia Católica es posible gozar. Entren, pues, en la unidad católica y, unidos todos con Nos en el único organismo del Cuerpo de Jesucristo, converjan en una sola Cabeza en comunión de amor gloriosísimo. Sin interrumpir jamás las plegarias al Espíritu de Amor y de Verdad, Nos los esperamos con los brazos elevados y abiertos como a los que vienen no a la casa ajena sino a la propia casa paterna.”

El Bautismo de Deseo y Bautismo de Sangre.

Muchos católicos aprenden primero la doctrina sobre los bautismos de deseo y de sangre en el Catecismo. El Dr. Ludwig Ott resume (7) consistentemente el asunto:
“En caso de emergencia, el Bautismo de agua puede ser reemplazado por el de deseo o por el de sangre.”
  1. El Bautismo de deseo (Baptismus flaminis sive Spiritus Sancti):
“El Bautismo de deseo es el explicito o implícito deseo del Bautismo sacramental () asociado a la contrición perfecta (contrición basada en la caridad).
… de acuerdo con la enseñanza de la Sagrada Escritura el amor perfecto tiene el poder de justificar. ‘Muchos pecados le fueron perdonados a ella porque ha amado mucho’ (Luc 7:47). ‘El que me ama será amado por Mi Padre: y Yo lo amaré y me manifestaré a él.’ (Io 14:21) ‘Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso’ (Luc 23:43)”.
“El Bautismo de deseo obra [por la obra de la persona]. Él confiere la gracia santificante, que perdona al pecado original y a todos los pecados actuales, y libra del castigo eterno por el pecado.

  1. Bautismo de Sangre (Baptismus sanguinis):
“El bautismo de sangre significa el martirio de una persona no bautizada, que es, que es el paciente sufrimiento de una violenta muerte o un algún asalto que naturalmente llevaría a muerte, por razón de una confesión de fe Cristiana [Católica], o por la práctica de una virtud Cristiana. Desde el principio los Padre consideraron al martirio como un substituto del bautismo. El bautismo de sangre no opera solamente … sino que siendo una confesión objetiva de la Fe, él obra también cuasi . El confiere la gracia de la justificación, y cuando las disposiciones propias están presentes, también la remisión de los pecados veniales y el castigo temporal.” (Ott. p. 356-357).

El Catecismo enseña:
“El bautismo de deseo quita a todo pecado, original y actual, y el debido castigo eterno por el pecado. Sin embargo, no emprime carácter en las almas, ni tampoco quita necesariamente todos los castigos temporales debidos por los pecados actuales. El bautismo de sangre no imprime carácter en el alma, ni le da el derecho de recibir los otros sacramentos. Sin embargo, confiere la gracia y quita el pecado, original y actual, y el castigo debido al pecado” (pp. 188-189).

Aquellos que vienen a ser miembros de la Iglesia Católica por el Bautismo de deseo y por el de sangre deben tener necesariamente un claro deseo, explicito o implícito, de recibir el sacramento del bautismo y hacer a cualquier otra cosa que Dios mande. Por lo tanto, no hay contradicción con la doctrina infalible: fuera de la Iglesia no hay salvación”, ya que estos individuos, que han sido justificados, murieron en estado de gracia santificante como miembros de la Iglesia Católica.

Nulla Salus Extra Ecclesia
(No hay salud fuera de la Iglesia)

La Carta del Santo Oficio al Cardenal Cushing, del 8 de Agosto de 1949, estatuye:
“La infalible sentencia que nos enseña que fuera de la Iglesia no hay salvación está entre las verdades que la Iglesia enseñado siempre y siempre enseñará. Pero este dogma debe ser entendido como la Iglesia misma lo entiende. Porque Nuestro Salvador no dejó al juicio privado la explicación de lo contenido en el Depósito de la Fe, sino que la dejó a la autoridad doctrinal de la Iglesia.” (Cf. John Clarkson S.J. , p. 119).
“… Por lo tanto, nadie que sabe que la Iglesia fue divinamente establecida por Cristo, y, a pesar de eso, rehúsa ser miembro de la Iglesia o rehúsa obedecer al Romano Pontífice, el Vicario de Cristo en la tierra, se salvará.”
El Cuarto Concilio de Letrán (1215), en el primer capítulo del documento sobre la Fe católica, declara: “De hecho una sola es la Iglesia Universal de los fieles, fuera de la cual nadie de ninguna manera se salva…” La Profesión de Fe del Concilio de Trento enseña: “Esta verdadera Fe Católica, fuera de la cual nadie puede salvarse…”
(Denz. 1000)
El Papa Eugenio IV escribió la bula papal (04/02/1441) durante el concilio de Florencia, que atendía a hacer regresar a la Iglesia Católica las iglesias cismáticas del Este. Desafortunadamente, gran número de líderes ortodoxos y sus fieles permaneció en la mala fe. Muchos de estos murieron cuando sus países fueron atacados por los musulmanes árabes. Al mismo tiempo, otros líderes ortodoxos y sus iglesias formalmente cismáticas se reincorporaron a la Fe Católica. El documento transmite dos ideas.
“La Santísima Iglesia Católica, fundada bajo la voz de nuestro Señor y Salvador… cree firmemente, profesa y proclama que aquellos que no permanecen dentro de la Iglesia Católica… no pueden venir a ser participantes de la vida eterna… al menos que antes del final de la vida los mismos se hayan adherido al rebaño;… y que nadie, por mas limosna que haya dado, aunque haya derramado su sangre por el nombre de Cristo [profesando una religión no-católica], puede ser salvado, si no permaneciese en el seno y unidad de la Iglesia Católica. (Denz. 703 714)

La Ignorancia Invencible

El Papa Pio IX el concepto erróneo como contrario a la enseñanza Católica que “los hombres que viven en error, y separados de la verdadera fe y de la unidad Católica pueden alcanzar la vida eterna” (, 10 de agosto de 1863) (10). El mismo Papa describe la ignorancia invencible como algo distinto:
“Porque, se debe sostener por la fe que fuera de la Iglesia Apostólica Romana, nadie puede salvarse; que esta es la única arca de la salvación; que el que no entrare allí, perecerá en la mar; pero, por otro lado, es necesario sostener por cierto el que aquellos que trabajan en ignorancia de la verdadera religión, si esta ignorancia es invencible, ellos no están manchados por ninguna culpa ante los ojos de Dios. Ahora bien ¿Quién será tan arrogante que sea capaz de señalar los límites de esta ignorancia, conforme a la razón y variedad de pueblos, regiones, caracteres y tantas otras y tan numerosas circunstancias?”(, 9 de Diciembre de 1854, Denz. 1647)
“Hay, por supuesto, quienes luchan contra la ignorancia invencible acerca de nuestra santa religión. Observando sinceramente la ley natural y los preceptos inscriptos por Dios en el corazón de todos y estando listos para obedecer a Dios, ellos (los ignorantes) viven vidas honestas y pueden llegar a alcanzar la vida eterna por la de la virtud eficaz de la luz divina y de la gracia. Dios conoce, examina y claramente entiende las mentes, los corazones, los pensamientos, y la naturaleza de todos, Su suprema amabilidad y clemencia de ninguna manera permite que alguien, sin ser culpable de un pecado deliberado, sufra el eterno castigo” (, 10 de agosto de 1863).
El Papa Inocencio III escribió una carta () a Berthold, Obispo de Metz, el 28 de agosto de 1206, sobre un judío que vivía entre no-católicos que intentó bautizarse a sí mismo. El Papa dijo que él debía ser bautizado por otro, si es que todavía estaba vivo. Y continua: “Sin embargo, si tal individuo ha muerto inmediatamente, hubiera volado al instante a la patria celeste por la fe en el sacramento, aunque no por el sacramento de la fe.”(Denz. 413)

La Contrición Perfecta

San Alfonso de Ligório escribió en sus : “Dios no puede volver el rostro de aquellos que se arrojan a Sus pies con un corazón humilde y contrito. ¡Oh, con cuanta ternura Dios abraza al pecador que se vuelve a Él!” Recuérdese la humilde contrición de Santa María Magdalena. El eminente Doctor de la Iglesia, San Roberto Belarmino dijo: “El arrepentimiento destruye a todo pecado” (). La perfecta contrición es a menudo una clara manifestación del amor de uno hacia Dios.

La Fe y la Caridad Sobrenatural

La carta del Santo Oficio (Prot. N. 122/49) del 8 de Agosto de 1949, explicando el Bautismo de deseo y de sangre, estatuye:
“Pero no debe ser enseñado que cualquier clase de deseo de integrarse a la Iglesia sea suficiente para que uno se salve. Es necesario que el deseo, por el cual uno es integrado a la Iglesia, sea animado por una perfecta caridad. Ni tampoco un deseo implícito puede producir su efecto, sin la fe sobrenatural.”
El Concilio de Trento (Sesión VI capitulo 8) declara:
“La fe es el principio de la salvación humana, el fundamento y raíz de toda justificación, sin ella es imposible agradar a Dios y llegar al consorcio de sus hijos.” (Denz. 801. Ver Hebreos 11,6)
El Padre Francis Connell, CSSR, escribió:
“La virtud o habito de la fe es necesario para la salvación por la absoluta necesidad de los medios. Porque nadie puede salvarse sino el que deja este mundo en estado de gracia santificante; y el que deja este mundo en estado de gracia santificante siempre posee la virtud de la fe” ()
San Francisco de Sales describe el enlace que hay entre la fe y la caridad cuando él escribe:
“Cuando la caridad es unida y adjuntada a la fe, aquella vivifica a esta. Así como el alma no puede permanecer en el cuerpo sin producir acciones vitales, la caridad no puede estar unida a nuestra fe sin producir obras conformes a ella.”
La obediencia a Dios y a Sus leyes, y la fe y caridad sobrenatural son necesarias para la salvación. “Al presente permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la caridad” (1 Cor 13,13).

Los Papas recuerdan a todos a que dejen el juzgar para Dios

Ya que Jesucristo murió en la cruz para redimir al género humano, Él juzgará a cada uno en el Juicio Particular luego de la muerte, y todo al género humano, en el Juicio Universal. Dios, que ve a todas las cosas, juzga con justicia e imparcialidad. La Misericordia y la Justicia son perfectamente balanceadas en Él como lo describe el Segundo Libro de los Macabeos (1, 24-25): “El Señor Dios, Creador de todas las cosas, terrible y fuerte, justo y misericordioso, Tú que eres solo el Rey Bueno, el solo excelente, el solo justo, omnipotente y eterno.”
En la alocución del 9 de Diciembre de 1854 el Papa Pio IX estatuye:
“Lejos de Nos, Venerables Hermanos, presumir poner límites a la infinita misericordia de Dios; lejos de Nos, desear escrudiñar el consejo oculto y los “juicios de Dios”que son “profundísimos” y no puede ser penetrado por el entendimiento humano.”
Es cosa temeraria e imprudente que un cualquiera declarare autoritariamente la salvación o condenación de alguien. En su encíclica el Papa Gregorio XVI escribió:
“Propio es de hombre soberbio o, más bien, insensato, pesar por balanzas humanas los misterios de la fe, “que superan todo sentido” (Phil 4,7), y confiarlos a la consideración de nuestra mente, que por condición de nuestra naturaleza, es débil y enferma”. (Denz.1616)
Aquellos que juzgan al prójimo son similares al fariseo que se alaba a sí mismo mientras se lamenta de los terribles pecados del publicano arrepentido como se nos narra en San Lucas 18: 9-14:
“Yo te digo, este hombre [el publicano arrepentido] bajó justificado a su casa más que el otro; todo aquel que se ensalza será humillado y todo aquel que se humilla será ensalzado”
Jesús, que perdonó a San Dimas y alabó a la fe del Centurión de Cafarnaúm cuyo criado curó (Math 8:10-11), será el único Juez Final que determinará quién será salvo y quien se condenará eternamente.


domingo, 26 de enero de 2020

Sermón Domingo Tercero después de Epifanía





Sermón

P. Pio Espina Leupold





Sermón

P. Julián Espina Leupold


Lección
Hermanos: Tened el mismo sentir, unos con otros. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde. No seáis sabios a vuestros ojos. No devolváis a nadie mal por mal; procurad hacer lo bueno ante todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros depende, vivid en paz con todos los hombres. No os venguéis por vuestra cuenta, amados míos, sino dad lugar a la ira (de Dios), puesto escrito esta: “Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor”. Antes por el contrario, “si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues esto haciendo amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza”. No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien.
Romanos XII, 16-21



Evangelio
En aquel tiempo: Cuando Jesús bajó de la montaña, le fueron siguiendo grandes muchedumbres. Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: “Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme”. Y Él, tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”, y al punto fue sanado de su lepra. Díjole entonces Jesús: “Mira, no lo digas a nadie; sino ve a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Moisés, para que les sirva de testimonio”. Cuando hubo entrado en Cafarnaúm, se le aproximó un centurión y le suplicó, diciendo: “Señor, mi criado está en casa, postrado, paralítico, y sufre terriblemente”. Y Él le dijo: “Yo iré y lo sanare”. Pero el centurión replicó diciendo: “Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo, mas solamente dilo con una palabra y quedará sano mi criado. Porque también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Ve” y él va; a aquél: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace”. Jesús se admiró al oírlo, y dijo a los que le seguían: “En verdad, os digo, en ninguno de Israel he hallado tanta fe”. Os digo pues: “Muchos llegarán del Oriente y del Occidente y se reclinarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allá será el llanto y el rechinar de dientes”. Y dijo Jesús al centurión: “Anda; como creíste, se te cumpla”. Y el criado en esa misma hora fue sanado.
Mateo VIII, 1-13




A.M.D.G.



Boletín Dominical 26 de Enero



Domingo III de Epifanía
Doble. Orn. Verdes.
Conm. San Policarpo Obispo y Confesor.

S
eñor, si quieres puedes limpiarme”, decía un leproso a Jesús cuando bajaba del monte de las Bienaventuranzas. Y Jesús le tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”; y quedó sano. Señor, si quieres, puedes limpiarnos de la lepra del pecado, digamos nosotros con la fe y la confianza del leproso, y Jesús entonces, no solamente limpiará nuestra alma sino que morará en ella.

            “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; mas di una palabra y mi criado quedará sano”, dice el centurión a Jesús cuando se disponía a ir para allá para curarle. Y la humildad profunda y la fe vivísima de éste pobre pagano arrancan a Nuestro Señor un gesto de admiración, y vaticina la reprobación de Israel por su incredulidad y la vocación de los gentiles que entraran en el reino de Dios. A este reino entraremos nosotros, pero si nos adornamos con las virtudes que resplandecieron en éste leproso y éste centurión, quien mereció le evoque la Iglesia siempre al dar a Jesús en la sagrada Comunión.


Horarios de Misa entre semana en la Iglesia San José, El Retiro.

Lunes 27,
San Juan Crisóstomo Obispo, Confesor y Doctor. Doble. Orn. Blancos.          8:00
Martes 28,
San Pedro Nolasco. Confesor. Doble. Orn. Blancos.                                         8:00
Miércoles 29,
San Francisco de Sales, Obispo, Conf y Doctor. Doble. Orn. Blancos.             8:00
Jueves 30,
Santa Martina, Virgen y Mártir. Simple. Orn. Rojos.                                        8:00
Viernes 31,
San Juan Bosco, Confesor. Doble. Orn. Blancos.                                              8:00                             
Sábado 1, Primer Sábado de Mes.
San Ignacio, Obispo y Mártir. Doble. Orn., Rojos.                                            8:00
Capilla Dulce Nombre de María, Córdoba                                                   20:00                       




Día 2 de febrero,
La purificación de la Santísima Virgen María.

Doble de I Clase. Conm. Domingo IV de Epifanía Orn. Blancos


Día 31, San Juan Bosco

Nació en 1815 en Castelnuovo, cerca de Turín, de familia modesta pero en donde reinaban las virtudes cristianas y una piedad profunda y sincera. Joven aún entra en el seminario en donde tiene por maestro al Beato José Cafasso. Ordenado sacerdote funda un asilo escuela y más tarde talleres, para enseñar oficios a la juventud pobre y desvalida. Mucho tiene que sufrir en eso años, pero gracias al apoyo de su santa madre y por encima de todo la ayuda de Dios y la protección constante de la Virgen María Auxiliadora su obra se va desarrollando. Funda también el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Murió en Turín el 31 de enero de 1888 a los 73 años de edad. Dejó gran cantidad de escritos de instrucción católica.


A.M.D.G.

viernes, 24 de enero de 2020

Nuestra Comunidad


Nuestra Comunidad
Sacerdotes, seminaristas y hermanos franciscanos terciarios



De la izquierda a la derecha: 
Hermano Franciscano Terciario David Luján, Cristóbal EspinaSantiago Luján, Mateo Luján, 
Seminarista Lúcio Simbrón, S.E.R. Pío Espina Leupold, R.P. Gabriel María G. Rodrígues,
R.P. Carlos G. Dos Santos, Seminarista Rodolfo Lima (atrás), R.P. Superior Julián Espina Leupold,  
Rafael Espina, Mateo Montenegro.
 


En la mañana del día 12 de Septiembre (1991), festividad del Dulce Nombre de María, el Superior de nuestra casa Rev. P. Julián Espina Leupold recibió, en Acapulco (Méjico), el Orden Sacerdotal de las manos su Excelencia Monseñor Moisés Carmona. Desde allí vino a Córdoba instalándose en El Retiro ejerciendo  las funciones sacerdotales para atender a las almas y en donde actualmente se forman los seminaristas.




En el Sábado de Témporas de Pentecostés del Año 2003 (14 de Junio – día de San Basilio) el Rev. P. Pio Espina Leupold (hermano de sangre de nuestro superior) recibió el Orden Sagrado de las manos de su Excelencia Monseñor Donald Sanborn en Michigan (EEUU). Como sacerdote coadjutor de su hermano, el P. Pio ha atendido las almas no solo de aquellos fieles que concurren a los servicios de la capillas atendidas por el P. Julián, sino que ha hecho apostolado en los países vecinos de Brasil y de Chile.








Un fruto de la labor Apostólica del Rev. Padre Pio en el Brasil, fue la ordenación sacerdotal de vuestro servidor (administrador de esta página- P. Gabriel María) recibida de  su Excelencia Monseñor Andrés Morello el 8 de Diciembre de 2017 (festividad de la Inmaculada Concepción de María).










 "El hombre no puede realizar una acción más santa, más grande, más sublime que celebrar una Misa, a cuyo respeto el Concilio de Trento dice: "Nosotros debemos confesar que ninguna otra  obra puede realizarse… tan santa y divina como este formidable Misterio. Dios mismo no puede originar una acción para ser realizada que sea más santa y más grande que la celebración de la Misa.”

                                                          S. Alfonso María de Ligorio - La Santa Misa 







"Si est ex hominibus consilium hoc aut opus hoc, dissolvetur, si vero ex Deo est, non poteritis dissolvere" Actus Apostolorum, V - 38 & 39.

Si esta idea u obras viene de hombres será desbaratada, pero si de Dios viene, no podéis destruirla.

lunes, 20 de enero de 2020

Nuestra Posición Teológica







NUESTRA POSICIÓN TEOLÓGICA

1) El Concilio Vaticano II:

Convocado por Juan XXIII con el objetivo de “actualizar” la Iglesia, este concilio (1962-1965) con sus decretos y enseñanzas fueron previamente condenados por el Magisterio Infalible de la Iglesia. La enseñanza heréticas del concilio Vaticano II fue primeramente en el área de la libertad religiosa y el falso ecumenismo, y estos fueron condenados previamente por:


Gregorio XVI en (1832)

Pio IX en (1864)

León XIII en (1885) y (1888)

Pio XI en (1925) y (1928)

Pio XII en Christi (1943)


Por lo tanto, el Concilio Vaticano II debe ser rechazado como un falso concilio porque ha errado en sus enseñanzas, fe y moral.


2) El Novus Ordo Misæ y el nuevo rito de los sacramentos:

A continuación del concilio Vaticano II fueron establecidas varias comisiones para modernizar el Santo Sacrificio de la Misa y el rito tradicional de los Sacramentos.

En 1968 fue introducido un cambio substancial en la fórmula de la consagración de los Obispos. Esta nueva fórmula encierra semejanzas con la fórmula que fue usada por la iglesia anglicana, que fue declarada inválida por el Papa León XIII.

En consecuencia de estas alteraciones substanciales la consagración de los obispos es inválida. Luego, las ordenaciones realizadas por tales “obispos” son inválidas.



Observando la modificación de la Misa el Cardenal Alfredo Ottaviani declaró en el 1969: “El Novus Ordo Misæ es un alejamiento notable de la teología católica de la Misa formulada en la Sección XXII del Concilio de Trento”. El resultado de esta modernización fue la eliminación del concepto de sacrificio propiciatorio en la Misa; esto se ve particularmente en la definición de la Misa Nueva, reflejada en el concepto luterano de la “Cena del Señor” y en las oraciones del ofertorio.

Esta Nueva Misa, conocida como Novus Ordo Misæ, contradice primariamente las enseñanzas infalibles y los decretos de la Iglesia Católica como:


El Papa San Pio V  en De Defectibus.

El Decreto del Concilio de Trento sobre el Santo Sacrificio de la Misa (XXII)

La “Apostolicæ Curæ” del Papa León XIII (1896)

La “Mediator Dei” y “Sacramentum Ordinis”del Papa Pio XII (1947).



Por lo tanto, las consagraciones episcopales  y las ordenaciones sacerdotales del nuevo rito son inválidas.


3) La Iglesia Moderna del Vaticano II:

La Iglesia Católica se identifica con la Iglesia de Cristo por sus cuatro notas (Unidad, Santidad, Católica y Apostolicidad). Ya que las enseñanzas heréticas del Vaticano II, el Novus Ordo Misæ y el nuevo rito de los sacramentos se han alejado manifiestamente de las doctrinas tradicionales de la Iglesia de Cristo, hay que concluir que la llamada Iglesia Moderna no posee las primeras notas de la Iglesia: Unidad y Santidad. El notorio alejamiento, en las últimas décadas, de aquello que fue sostenido siempre por la Iglesia Católica concluye que una nueva Iglesia ecuménica ha sido establecida con criterios contradictorios a la verdadera Iglesia Católica.


4) La Jerarquía Moderna de la Iglesia del Vaticano II:

Con las explicaciones de más arriba, ha de ser concluido que la jerarquía moderna que ha aprobado e implementado los errores del Vaticano II ya no representa la Iglesia Católica y su autoridad legal. Esto incluye ciertamentea  a quién confirmó, aprobó y decretó esas enseñanzas heréticas, a saber: Montini (“Pablo VI”). Asimismo a sus sucesores, a saber, Wojtyla (“Juan Pablo II”), Ratzinger (“Benedicto XVI”) y Bergóglio (“Francisco”); estos mismos han continuado  implementando estas doctrinas heréticas. No obstante la falta de advertencia canónica y de una declaración formal de pérdida de poder, sus repetidos actos de ecumenismo, sus aplicaciones de herejías del Vaticano II y el Nuevo Código de Derecho Canónico, que son injuriosos a la fe y a la moral, son una manifestación de su pertinacia en la herejía.


Por lo tanto, según las doctrinas infalibles del Vaticano I: “ ‘Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’, estas palabras son testificadas como verdaderas por los actuales resultados, ya que por la Sede Apostólica la religión Católica ha permanecido siempre inmaculada…

 La Sede de Pedro nunca se corrompió por ningún error, estando de acuerdo con la divina promesa de Nuestro Señor”. Y ya que estos “papas” han enseñado manifiestamente la herejía, han promovido el ecumenismo y fomentado un culto común entre las religiones, estos hombres no pueden ser reconocidos como sucesores de San Pedro en la Primacía.


5) El Nuevo Código de Derecho Canónico:

Para implementar las doctrinas del Vaticano II, era necesario que los modernistas modificasen el código de Derecho Canónico (1917), pues el refleja el pensamiento de la Iglesia en sus doctrinas y disciplinas tradicionales. El nuevo código contiene una  cuestión que puede llegar a ser muy perturbante para un católico informado. De acuerdo con el nuevo derecho de la Iglesia moderna, no-católicos pueden recibir, bajo ciertas circunstancias, los “sacramentos” de un sacerdote católico (sin que el no-católico abjurase de sus creencias heréticas), y el sacerdote debe administrarlos. El Concilio de Florencia y el Código de Derecho Canónico de 1917 (Cn 731), prohíbe estrictamente eso.


Por lo tanto, como las leyes universales de la Iglesia son protegidas por su infalibilidad y no pueden imponer obligaciones opuestas a la fe y costumbre (morales), el Nuevo Código debe ser considerado como vacio de toda fuerza de ley. Además, el Nuevo Código ha sido promulgado por aquellos que ya no representan las autoridades católicas.


6) El camino que debe seguir el sacerdote católico:

Debido esta situación jamás vista por la cual pasa la Iglesia Católica y la responsabilidad moral de los fieles de recibir los sacramentos ciertamente válidos, los sacerdotes verdaderamente católicos pueden y deben, con toda seguridad, continuar la misión de la Iglesia Católica de santificar a los fieles a través del Santo Sacrificio de la Misa y de las demás funciones pastorales. El pensamiento de la Iglesia es que “la salvación de las almas es la ley suprema". El Código de Derecho Canónico de 1917 continuará siendo la guía de los sacerdotes.

Los Cambios Litúrgicos del Papa Pio XII






¿UN CATÓLICO PUEDE RECHAZAR LAS LEYES 
PROMULGADAS POR UN PAPA LEGÍTIMO??

Por el Reverendo Padre Dominic Radecki, CMRI


     Los modernistas, en su intento de destruir la liturgia Católica, gradual y astutamente introdujeron la “Misa Nueva”, también llamada “Novus Ordo”, los nuevos sacramentos y los cambios litúrgicos que resultaron del Vaticano II. Como consecuencia de eso los católicos se volvieron reacios hacia el cambio litúrgico. Desafortunadamente algunos tradicionalistas han ido más allá, hasta rechazar los legítimos cambios introducidos por el Papa Pio XII, el cual ellos lo consideran como Papa legítimo.


     Ellos sostienen erróneamente que algunas de estos cambios, incluso la Semana Santa Reformada, fueros los primeros pasos hacia el Novus Ordo, debido al envolvimiento de Monseñor Annibale Bugnini, además a causa de unos retoques hechos por otros Modernistas. Estas almas fuertemente porfiadas no rechazan completamente a los cambios; ellos recogen y eligen lo que van a aceptar y lo que van a rechazar. Por ejemplo, ellos observan la reforma que hizo el Papa sobre el ayuno eucarístico y el permiso para decir Misas vespertinas. ¿Quién les dio la autoridad para determinar lo que hay que seguir respecto a los ritos litúrgicos, a los decretos y a las rubricas?


El Papa Pio XII promulgó varios cambios litúrgicos, entre otros están los siguientes:


     1) Por muchos siglos la Iglesia Católica requirió que las personas estuviesen en ayunas desde la medianoche sin comer ni beber nada, incluso agua, antes de la recepción de la Comunión. En 1950 el Papa Pio XII cambió las leyes del ayuno para una hora para las bebidas no alcohólicas y tres horas para comidas y bebidas alcohólicas. Se puede tomar agua y se pude tomas medicamentos a cualquier hora antes de recibir la Sagrada Eucaristía. El resultado de esas mudanzas viene a ser que los católicos pueden recibir a Nuestro Señor en la Santa Comunión más frecuentemente. Los sacerdotes americanos que a menudo rezan varias Misas o Misas vespertinas en el Domingo apreciaron estos cambios.



     2) Su Santidad permitió la celebración de la Misa a la tarde y a la noche — un cambio muy notable en comparación con la observancia anterior.



     3) En 1955 él simplificó las rúbricas del Breviario Romano y del Misal (Decreto Cum Nostra Hac Aetatecambiando la clase de algunas fiestas y descartando algunas octavas y vigilias. Él implemento al Breviario las reformas el Papa San Pio X hizo para el Breviario Monástico.



     4) En 1955 el Papa Pio XII aprobó la Nueva Semana Santa, en la cual se restauró algunas de las ceremonias que fueron alteradas a través de los años. Además él la hizo más fácil para concurrencia de los trabajadores en las ceremonias del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual volviéndolas a su tiempo original y apropiado. En los tiempos apostólicos la Iglesia Católica celebraba la liturgia del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual “en las mismas horas del día en que aquellos sagrados misterios ocurrieron. Así, la institución de la eucaristía tuvo lugar en el atardecer del Jueves Santo, la Pasión y la Crucifixión tuvieron lugar en las horas después del mediodía del Viernes Santo y la Vigilia Pascual ocurrió en la noche del Sábado Santo, terminando a la mañana del día de Pascua con el jubilo de la Resurrección de Nuestro Señor.”

“Durante el Medio Evo… [la Iglesia], a causa de varias razones pertinentes, comenzó a hacer en horas más tempranas las performances litúrgicas en aquellos días, luego hacia el final de aquel periodo todos esos servicios litúrgicos han sido transferidos a la mañana. Esto no tuvo ligar sin detrimento del significado litúrgico y confusión entre las narraciones Evangélicas y la ceremonias litúrgicas adjuntas a ellas” (Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, pp. 1-2, 16 de Noviembre, 1955).


     Los servicios litúrgicos solemnes del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual eran llevados a cabo a la mañana en Iglesias casi vacías porque pocos podían atender a ellas. Colegiales tenían que suplantar a los hombres en la ceremonia del lavado de los pies en el Jueves Santo porque estos tenían que trabajar. Debido a la restauración de la semana Santa hecha por el Papa Pio XII las Iglesia ahora están llenas y los fieles vienen en gran número para asistir las ceremonias y recibir la Santa Comunión.


        En 1951 el Papa Pio XII restauró la Vigilia Pascual para la noche, su propio tiempo:

“Por siglos la Iglesia ha visto la incongruidad de la celebración de la Vigilia Pascual — un servicio cuyo textos [v.gr. el alleluia] y simbolismos [v.gr. Lumen Christi] obviamente se inclinan hacia las horas de la noche — en tempranas horas de la mañana del Sábado Santo cuando ciertamente Cristo no había surgido todavía. Que esto no ha sido siempre así está probado históricamente fuera de toda duda. (John Miller, C.S.C, “The History and Spirit of Holy Week”, The American Ecclesiastical Review, p.235.)


      El Papa Pio XII redujo el número de las lecciones recitadas de doce para cuatro, volviendo a la práctica de San Gregorio Magno. El Papa ordenó que el ayuno de la Cuaresma concluyese a la medianoche del Sábado Santo en lugar de a la tarde para que completase los 40 días de ayuno, y no 39 días de ayuno. Esta ley disciplinaria asegura que el Sábado Santo retenga su carácter de tristeza por la muerte de Nuestro Redentor que yace en el Santo Sepulcro.



     5) En 1954 el Papa Pio XII hizo una revisión del Oficio Divino, omitiendo varias oraciones, como el Padre Nuestro, el Ave-María y el Credo antes de las horas, las preces en Laudes y Vísperas con algunas excepciones, el largo Credo Atanasiano, a excepción del día de la Santísima Trinidad, etc. De acuerdo con la Sagrada Congregación de Ritos, el objetivo propuesto de estas modificaciones era “para reducir la gran complejidad de las rubricas a una forma más sencilla”.


     El Papa San Pio X ya había introducido algunos de esos cambios en el Breviario Monástico. A través de la influencia de los Benedictinos, el Papa Pio XII las extendió para todo el clero. Por la simplificación de las rubricas y la disminución de las oraciones, el Breviario pasó a ser más fácil para que los sacerdotes llevasen a cabo fiel y devotamente su obligación de recitar todos los días el Oficio Divino. El clero recibió de muy buena gana estos sabios cambios.



     El Papa Pio XII aprobó y promulgó oficialmente estos cambios. Bugnini no tenía autoridad para promulgar nada. Referirse a la Nueva Semana Santa como si fuera la liturgia de Bugnini es cosa poco ingeniosa y hasta deshonesta intelectualmente hablando. Cualquier que sea el rol que haya tomado, eso no obscurece el hecho de que varios cardinales y liturgistas ortodoxos tuvieron envolvimiento en los preparativos de estos cambios.

La Sagrada Congregación de Ritos fue establecida para dirigir la liturgia de la Iglesia Latina. Por Iglesia Latina se entiende aquella parte de la Iglesia Católica, de lejos la mayor, que usa el latín en sus ceremonias. El Papa Pio XII estableció una comisión “para examinar la cuestión de la restauración del Ordo de la Semana Santa y proponer una solución. Obtenida la respuesta, Su Santidad decretó, como la seriedad del asunto demandaba, que la cuestión en su totalidad fuese sujeta a un especial examen hecho por los Cardenales de la Sagrada Congregación de Ritos.”

[Cuando los Cardenales se reunieron en el Vaticano en 1950,] “ellos consideraron a fondo el asunto y votaron unánimemente que el Ordo de la Semana Santa restaurada fuera aprobada y prescrita, sujetos a la aprobación del Santo Padre. Acto continuo, habiendo sido detalladamente reportada al Santo Padre por el… Cardenal Prefecto, Su Santidad se dignó a aprobar lo que los Cardenales habían decidido. Entonces, por especial mandato del mismo Papa Pio XII, la Sagrada Congregación de Ritos ha declarado lo siguiente… [dando directivas específicas, incluso:] Aquellos que siguen el Rito Romano están obligados… a seguir el Ordo de la Semana Santa Reformada, expuesto en la edición oficial del Vaticano” (Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, pp. 1-2, 16 de Noviembre de 1955).


     De acuerdo con el Papa Pio XII, la reformas litúrgicas que él promulgó fueron “un signo de la disposición providencial de Dios en la moción del Espíritu Santo a la Iglesia para los tiempos presentes” (The Assisi Papers, Procedentes del Primer Congreso Internacional de liturgia pastoral, Asís-Roma, 18 al 22 Septiembre, 1956, p. 224). Cristo dijo a San Pedro y a todos sus sucesores legales, “Aquel que os oye, a mi me oye.” (Lucas 10:16). El tema en cuestión es la obediencia a la legítima autoridad suprema de la Iglesia Católica. Un verdadero Papa aprobó estos cambios. Debemos aceptar estos cambios como legales y dignos de seguimiento salvo que podamos probar que el Papa Pio XII no fue un verdadero Papa.

El que diga que el Papa Pio XII no aprobó la Semana Santa Restaurada, lo dice sin fundamento. Es ridículo decir que el Papa Pio XII no tenía idea de que la Sagrada Congregación de Ritos y todo el mundo Católico estaban haciendo respecto a la Semana Santa. ¿No es este el mismo argumento que algunos usan para defender a los “papas” posconciliares — que desde la muerte del Papa Pio XII, los “Vicarios de Cristo” no han tenido idea de lo que pasaba en la Iglesia Católica? El argumento que dice que él era ya anciano o tenía cualquier otra discapacidad para regir la Iglesia es también completamente absurdo por lo claro de sus últimas encíclicas, directivas y discursos en el mismo año de su fallecimiento.

El Papa Pio VI estigmatizó como “al menos errónea” la hipótesis “de que la Iglesia podría establecer una disciplina que fuera peligrosa, prejudicial, conducente a la superstición o al materialismo.” (Dz. 1578). En la sección 22, canon 7, el concilio de Trento condenó a cualquiera que diga que las ceremonias de la Iglesia son un estimulo a la impiedad más que a la piedad.

Los cambios introducidos por el Papa Pio XII son legales, santos y conducentes a la santificación y salvación de las almas. La Iglesia Católica ha enseñado consistentemente que un Papa válido no puede promulgar una ceremonia o ley litúrgica que sea prejudicial a la fe y a la piedad y que desagrada a Dios. En tales decisiones el Papa es protegido por la infalibilidad.

Los teólogos enseñan que las leyes disciplinarias universales y los cambios litúrgicos son objetos secundarios de la infalibilidad. Esto está claramente explicado por Monseñor Van Noort: “El bien conocido axioma, Lex orandi est lex credendi (la ley de la oración es la ley de la creencia), es una especial aplicación de la doctrina de la infalibilidad de la Iglesia en materias disciplinares. Este axioma dice en efecto que la formula de la oración aprobada para el uso público de la Iglesia universal no puede contener errores contra la fe y moral” (Christ’s Church — La Iglesia de Cristo — p.116).


     Los cambios litúrgicos del Papa Pio XII — la institución de la festividad de San José Obrero, la restauración de la Semana Santa, las leyes para el ayuno Eucarístico, etc. — no son pecaminosas. Se alguno dijere que ellas son heréticas o pecaminosas, éste estaría acusando la autoridad doctrinal infalible de la Iglesia de prácticas sacrílegas y errores doctrinales que corrompen la fe, comprometen sus doctrinas y perjudica a las almas. Tal acusación negaría que Cristo proteja a Su Iglesia y sagrada liturgia de ella del mal y del error.

El Papa Pio XII prohibió sin excepciones, en un leguaje más preciso, a los sacerdotes de usar la liturgia antigua. Él condenó también el anticuarismo (arqueologismo), es decir, la práctica de volver a las observancias litúrgicas primitivas por la no conformidad con las rubricas concurrentes y con las leyes eclesiásticas, que en tal ocasión sería implícita la no actividad del Espíritu Santo en la conducción de la Iglesia. Ni siempre lo más antiguo es mejor, especialmente cuando desafía las órdenes de un verdadero Papa.

El motivo por el cual nosotros seguimos los cambios litúrgicos del Papa Pio XII es la autoridad infalible de la Iglesia de enseñar. Los cambios fueron autorizados por un Vicario de Cristo infalible y fueron promulgados oficialmente para remplazar los antiguos ritos y leyes existentes. Ya que el Papa Pio XII era un Papa verdadero, debemos obedecer sus órdenes respecto a la sagrada liturgia. La obediencia es lo más seguro, lo más consistente y la regla de ortodoxia.


     Por otro lado, aquellos que aceptan a Pio XII como un verdadero Papa mientras rehúsan aceptar sus decretos litúrgicos, demuestran rebeldía y desobediencia. Recogiendo y eligiendo lo que ellos quieren, ellos se ponen a sí mismos como la suprema autoridad de la Iglesia Católica. Ellos se adjudican el derecho de juzgar al Papa, cerniendo lo que él enseña y decidiendo lo que van a obedecer y lo que van a rechazar. Recoger y escoger lo que se va obedecer y lo que se va a rechazar es un error. Es un sello de rebelión le negar obediencia al verdadero vicario de Cristo; rebelión en materia de obediencia a la legítima autoridad es siempre un peligro para la Fe.

El Galicanismo fue una herejía contra la jurisdicción papal, que tendía a limitar los poderes del Papa. Comenzó al principio del siglo XV y se desparramó por toda la Europa. Acto continuo, muchos europeos perdieron su censo de obediencia al Papa. En 1682 el clero francés formuló los Cuatro Artículos que se hicieron obligatorios para todas las escuelas y para todos los maestros de teología. Los cuatro artículos estatuyeron que el juicio papal carece de valor sin el consentimiento de la Iglesia. Los Papas Alejandro VIII y Pio VI y el Concilio Vaticano condenaron el Galicanismo. Tristemente, el espíritu del Galicanismo prevalece hoy día.


     Aquellos que rechazan los cambios litúrgicos del Papa Pio XII son inconsistentes. Si ellos aceptan a Pio XII como papa, deben reservar su propia opinión acerca de la liturgia de él, echar a un rincón sus gustos y disgustos litúrgicos y simplemente obedecerlo. La mentalidad católica es obedecer a los superiores legales en todo, excepto en el pecado.


     El espíritu de obediencia a la autoridad legítima fue expresada por la madre de Lucia, una de los niños de Fátima. Cuando la madre de Lucia fue cuestionada sobre el porqué el nuevo párroco no permitía danzar y el antiguo sí lo permitía, ella contestó: “Yo no sé porque el antiguo párroco permitía y el nuevo no. Si el nuevo párroco no quiere las danzas, mis hijos no danzarán.”


     Concluiremos con un discurso del Papa San Pio X a los sacerdotes de la Unión apostólica:

“Cuando uno ama al Papa, uno no se queda a debatir sobre lo que él aconseja o manda, no pregunta hasta donde se extiende el riguroso deber de obedecer y no marca los límites de esta obligación. Cuando uno ama al Papa, uno no objeta que él no ha hablado con toda claridad, como si él fuera obligado a repetir su voluntad en el oído de cada uno lo que muy a menudo expresa no sólo viva voce, sino también por cartas y otros documentos públicos; uno no pone en duda sus órdenes so pretexto — fácilmente usado por cualquiera que no quiera obedecer — de que ellas no emanan de él, sino de sus legados; uno no limita el espacio en el cual podemos y debemos ejecutar su voluntad; uno no se opone a la autoridad del Papa porque otras personas, letradas quizás, difieren de la opinión del Papa. Además, no obstante su gran conocimiento, su santificación está en espera, porque no puede haber santidad donde hay discordancia con el Papa.” (AAS 1912, p. 695)

Acordarnos hemos de que todo esto incumbe al legítimo y válido Papa elegido; esto no se aplica a un hereje o un “papa” electo inválidamente — un falso papa.


Traducción: Rev. P. Pio Espina y Rev. P. Gabriel María Rodrigues