jueves, 3 de julio de 2025

Boletín Dominical 6 de julio

 

Día 6 de Julio, Domingo IV de Pentecostés.

Doble. Orn. Verdes.

Podemos ver en el Evangelio de hoy el aspecto negativo del desarrollo de la perfección Cristiana, a saber, la lucha contra el pecado. Sabemos por la autoridad de San Pablo que Dios nunca deja que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. (1 Cor. 10 -13). Y la sana moral nos enseña que no hay pecado si falta el consentimiento.

San Pedro, en el Evangelio de hoy, le dice a Jesús que se aparte de él, pues se tenía por hombre pecador. San Pedro no entendía todavía que para dejar el pecado hay que acercarse a Jesús y no apartarse de él, pues él es el Camino, la Verdad y la Vida (Io. 14 -6). Para llegar a la Vida Eterna es necesario pasar por este Camino: imitar de la Vida de Jesús, configurarnos con él. Nuestro Señor Jesucristo dijo a Nicodemo que el hombre tiene que nacer de nuevo en espíritu para ver al reino de Dios (Io 3, 1-15), y esto de nacer de nuevo en espíritu supone morir para el pecado. Pero desgraciadamente tenemos un gran enemigo que nos acompañará por toda la vida: el hombre viejo, aquél que San Pablo dice que vive adentro de nosotros y nos incita al pecado; el hombre viejo es nuestra naturaleza caída inclinada al pecado. Los que nacieron de nuevo por la fe en Cristo deben expugnar a este hombre viejo y esto de tres formas: desterrándolo, separándolo de su señor y dueño y quitándole los víveres. 

Desterrar al hombre viejo es sacarle de su casa que es el mundo, este ambiente malsano y allegado al pecado, compuesto por personas que viven totalmente apartadas de Dios. ¡Quitémosle al hombre viejo su casa! Salgamos del mundo, alleguémonos a la Iglesia, la Casa de Dios. El señor y dueño del hombre viejo es el demonio, acerbísimo enemigo de nuestra salvación. 



Es por medio del demonio que muchas veces el hombre viejo nos incita al pecado. Los hombres de guerra saben que los comandantes de los ejércitos son mitad de él. Matar al comandante es ganar media batalla. Si le quitamos de cerca al hombre viejo su jefe, pronto será derrotado. Digamos con San Benito: Vade retro Satana (vete de acá Satanás). Y no escuchemos las venenosas proposiciones de Satán.

Finalmente, ¿Cuál hombre puede seguir viviendo si no se alimenta? Es, pues, la carne el alimento del hombre viejo. ¿Cuál ejercito mandaría víveres al ejército contrario? La sed insaciable de gozar es comúnmente llamada concupiscencia, y los placeres de la carne fortalecen al hombre viejo. Apartémonos de todo lo que sea impuro: figuras deshonestas, malas conversaciones, inmodestias en el vestir, etc. y hagamos todo lo posible para volvernos puros porque los puros de corazón verán a Dios (Mat 5 – 8).

Nótese, sin embargo, que en vano pelearemos en contra el pecado si no usamos de las armas con que Dios nos provee para tal lucha. Estas armas son: la vida de oración, acercarse con frecuencia a los sacramentos; llevar, en fin, una vida devota.

Pidamos la intercesión de la Virgen María: Señora de las Victorias. Si la tenemos a nuestro favor venceremos, sin duda, al pecado. 

El Padre Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino estigmatizado muerto en olor de santidad, tenía al Santo Rosario como un arma en contra sus enemigos. 

¡Recemos el Rosario todos los días!



domingo, 29 de junio de 2025

Sermón Fiesta de San Pedro y San Pablo

Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Lección

En aquellos días comenzó el rey Herodes a perseguir a algunos de la Iglesia. Y mató con la espada a Santiago, el hermano de Juan. Y, viendo que agradaba a los judíos, se propuso prender también a Pedro. Y eran los días de los Ácimos. Habiéndole, pues, prendido, le metió en la cárcel, entregándolo a cuatro piquetes de guardas para custodiarlo, queriendo entregárselo al pueblo después de Pascua. Así que Pedro era guardado en la cárcel. Y la Iglesia hacía sin descanso oración a Dios por él. Y, cuando Herodes había de entregarlo, en aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas: y los guardias, delante de la puerta, guardaban la cárcel. Y he aquí que se apareció el Ángel del Señor: y brilló la luz en la habitación: y, tocándole en el costado a Pedro, le despertó, diciendo: Levántate veloz. Y cayeron las cadenas de sus manos. Y díjole el Ángel: Cíñete, y cálzate tus sandalias. Y así lo hizo. Y díjole: Ponte tu vestido, y sígueme. Y, saliendo, le siguió: y no sabía que era verdad lo que hacía el Ángel, antes creía ver una visión. Y, habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad: la cual se les abrió al punto. Y, habiendo salido, atravesaron un barrio: y, acto continuo, se apartó el Ángel de él. Y Pedro, vuelto en si. dijo: Ahora sé verdaderamente que el Señor envió a su Ángel, y me libró de la mano de Herodes y de toda expectación del pueblo de los judíos. 

Hechos, XII, 1-11


Evangelio

En aquel tiempo fué Jesús a la región de Cesarea de Filipo, y preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Y ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elias; y otros, que Jeremías o uno de los Profetas. Díjoles Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Y, respondiendo Jesús, díjole: Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás: porque no te ha revelado esto la carne y la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré a ti las llaves del reino de los cielos. Y todo cuanto atares sobre la tierra, será atado también en los cielos: y todo cuanto desatares sobre la tierra, será desatado también en los cielos. 

S. Mateo, XVI, 13-19


sábado, 28 de junio de 2025

Dom Gueranger: San Pedro y San Pablo

    





SAN PEDRO Y SAN PABLO, 
APÓSTOLES

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger


La Respuesta de Amor

"¿Simón, hijo de Juan; me amas?" He aquí el momento en que se escucha la respuesta que el Hijo del Hombre exigía del pescador de Galilea. Pedro no teme la triple interrogación del Señor. Desde aquella noche en que el gallo fué menos solícito para cantar que el primero de los Apóstoles para renegar de su Maestro, continuas lágrimas cavaron dos surcos en sus mejillas; ha luido el dia en que cesen estas lágrimas. Desde el patíbulo en que el humilde discípulo ha pedido le claven cabeza abajo, su corazón generoso repite, por fin sin miedo, la protesta que, desde la escena de las orillas del lago de Tiberíades, ha consumido silenciosamente su vida: "¡Sí, Señor, tú sabes que te amo!"(1)


El Amor, características del Sacerdocio Nuevo

El amor es la característica que distingue el sacerdocio de los tiempos nuevos del ministerio de la ley de servidumbre. El sacerdote judío, impotente, temeroso, no sabía sino derramar sangre de victimas simbólicas sobre un altar simbólico también. Jesús, Sacerdote y Víctima a la vez, exige más de aquellos a quienes llama a participar de la prerrogativa que le hace Pontífice eterno según el orden de Melquisedec (2) "No os llamaré en adelante siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; sino que os he llamado mis amigos porque os he comunicado todo lo que he recibido del Padre.(3) Como mi Padre me ha amado, así os amo yo; permaneced en mi amor".(4)

Ahora bien, para el sacerdote admitido de esta manera a la unión con el Pontífice eterno, el amor no es completo, si no se extiende a la humanidad rescatada en el gran Sacrificio. Y nótese que para él es más estricta la obligación, común a los cristianos, de amarse como miembros de una misma Cabeza; pues por su sacerdocio se hace partícipe de la Cabeza, y con esta participación, la caridad debe tener en él algo del carácter y grandeza del amor que esa Cabeza tiene a sus miembros. Y ¿cuánto mayor será, si, al poder que tiene de inmolar a Cristo mismo, y al deber que le obliga a ofrecerse con él en el secreto de los' Misterios, la plenitud del Pontificado le añade la misión pública de dar a la Iglesia el apoyo que necesita y la fecundidad que el Esposo celestial espera de ella? Entonces es cuando, según la doctrina sostenida siempre por los Papas, por los Concilios y por los Padres, el Espíritu Santo le adapta a su misión sublime, identificando enteramente su amor con el del Esposo cuyas obligaciones asume y cuyos derechos ejerce.


El Amor de San Pedro

Al confiar a Simón hijo de Juan la humanidad redimida, el primer cuidado del Hombre-Dios fué asegurarse de que sería fiel vicario de su amor(5); de que, habiendo recibido más que los otros, le amaría más que todos(6); de que, siendo heredero del amor de Jesús para los suyos que estaban en el mundo, los debía amar, como El, hasta el fin(7). Por esto, la exaltación de Pedro a las cumbres de la Jerarquía sagrada, concuerda en el Evangelio con el anuncio de su martirio (8) siendo Sumo Pontífice, tenía que seguir hasta la cruz al Jerarca supremo.(9)

Ahora bien, la santidad de la criatura y, a la vez, la gloria de Dios Creador y Salvador, tienen su completa realización en el Sacrificio, que junta al pastor y al rebaño en un mismo holocausto.

viernes, 27 de junio de 2025

Boletín Dominical 29 de junio


Día 29 de Junio, San Pedro y San Pablo, Apóstoles.

Conm. Domingo III después de Pentecostés. Doble I Clase. Orn. Rojos.

La Iglesia entera está hoy de fiesta, porque «Dios ha consagrado este día con el martirio de los Apóstoles S. Pedro y S. Pablo».

1. San Pedro es el vicario, o sea, el lugarteniente y representante visible de Cristo. Los judíos, que habían desechado a Jesús, hicieron lo mismo con su sucesor. Por lo cual, trasladando entonces el centro religioso del mundo, Pedro dejó a Jerusalén, y se fue a Roma, que luego llegará a ser la ciudad eterna y sede de todos los Papas.

2. S. Pedro, primer Papa, habla en nombre de Cristo, el cual le concedió su infalibilidad doctrinal. Y así no son la carne y la sangre sus guías e inspiradores, sino el Padre celestial, quién no permite que las puertas del infierno prevalezcan contra su Iglesia, cuyo fundamento es Él mismo.

3. Al recibir S. Pedro las llaves, fue constituido prepósito del« reino de los cielos » en la tierra, o sea, de la Iglesia, reinando en ella en nombre de Jesucristo, que le ha investido de su potestad y de su Autoridad soberana.

Roguemos con «la Iglesia, la cual no cesaba de elevar oraciones a Dios en favor de S. Pedro».

iOh, gloriosos príncipes de la tierra! así como os amasteis envida, tampoco quisisteis veros separados en la muerte. Os felicitamos hoy en el día de vuestro triunfo y de vuestro descanso.

Ahora mirad desde el cielo a los que todavía nos arrastramos por la tierra. Mirad a esa navecilla de la Iglesia, que boga por medio del mundo llevando a tantas almas al puerto de salvación. Pedid también para todos y cada uno de los cristianos acrecentamiento de fe, de esperanza y caridad, de esas tres virtudes fundamentales por que tanto os distinguisteis entrambos, de manera que para nosotros y para toda la Iglesia dilatada por el Orbe deje huella indeleble vuestra santa festividad. 

El párroco celebra hoy la misa a intención de sus feligreses.




Domingo III después de Pentecostés.

Admirable y bello es el cuadro que nos ofrece el Evangelio de hoy: “Y se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para oírle…” Aunque los escribas y fariseos se escandalizaban de la actitud de Cristo y dicen: “Éste acoge a los pecadores y come con ellos “, Jesucristo, el Inocente y Santo por excelencia, no se desdeña de tratar con ellos, y era tal la confianza que les inspiraba, que en virtud de ellas cobraban fuerzas y se determinaban a cambiar de vida los que antes eran esclavos del pecado y de todos los vicios. ¡Qué hermosa se muestra la misericordia de Cristo! Santa misericordia de Cristo que se mueve hoy: 1) en recibir a todo el que le busca; 2) en buscar al que huye de Él; 3) en regalar al que halla. Tengamos, pues, plena confianza en su Corazón bondadoso, de un modo particular en las ocasiones más difíciles, que Él nos salvará y encontraremos el descanso para nuestras almas.



domingo, 22 de junio de 2025

Sermón Domingo Segundo después de Pentecostés

Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Sermón

R.P. Carlos Dos Santos


Lección

Carísimos: No os admiréis si os odia el mundo. Nosotros sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama, permanece en la muerte: todo el que odia a su hermano, es homicida. Y sabéis que ningún homicida tiene en sí la vida eterna. En esto conocemos la caridad de Dios, en que El dió su vida por nosotros: y nosotros debemos darla por los hermanos. El que tuviere las riquezas de este mundo, y viere a su hermano padecer necesidad, y cerrare sus entrañas a él: ¿cómo permanecerá en él la caridad de Dios? Hijitos míos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino de obra, y de verdad.

I S. Juan III, 13-18


Evangelio

En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: Un hombre hizo una gran cena, y llamó a muchos. Y, a la hora de la cena, envió a su siervo a decir a los invitados que vinieran, porque ya estaba preparado todo. Y comenzaron a excusarse todos a la vez. El primero le dijo: He comprado una granja, y necesito salir y verla: ruégote me excuses. Y otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas: ruégote me excuses. Y otro dijo: He tomado esposa: y, por ello no puedo ir. Y, vuelto el siervo, anunció esto a su señor. Entonces el padre de familias, airado, dijo a su siervo: Sal pronto por las plazas y barrios de la ciudad: e introduce aquí a los pobres, y débiles, y ciegos, y cojos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y todavía hay sitio. Y dijo el señor al siervo: Sal por los caminos y cercados: y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi cena.

S. Lucas XIV, 16-24

sábado, 21 de junio de 2025

Dom Gueranger: Domingo Segundo después de Pentecostés



DOMINGO II DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

(Antiguo Domingo de la Infraoctava del Corpus)


Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger



LA EUCARISTÍA SACRIFICIO PERFECTO


NOCIÓN DEL SACRIFICIO

La Eucaristía tiene por objeto principal la aplicación incesante del Sacrificio del Calvario; es, pues, necesario considerar este sacrificio del Hombre-Dios en si mismo, a fin de admirar mejor la maravillosa continuación que se hace en la Iglesia. Conviene para esto precisar primeramente la noción general de Sacrificio. 

Dios tiene derecho al homenaje de su criatura. Si los reyes y señores de la tierra tienen derecho a exigir de sus vasallos el reconocimiento solemne de su soberanía, el dominio supremo del primer Ser, causa primera y fin último de todas las cosas, lo impone con más justo título a los seres llamados de la nada por su omnipotente bondad. Y, del mismo modo que por el censo que le acompañaba, el homenaje de siervos y vasallos llevaba, con la confesión de su sujeción, la declaración efectiva de bienes y derechos que reconocían tener de su Señor; del mismo modo, el acto por el que la criatura se humilla ante su criador, deberá manifestar suficientemente, por sí mismo, que le reconoce como Señor de todas las cosas y autor de la vida.

Mas puede suceder que la criatura, por su propia acción, tenga dada contra ella, a la justicia de Dios, derechos de otro modo temibles que los de su omnipotencia y bondad. La misericordia divina puede entonces, es cierto, suspender o conmutar la ejecución de las venganzas del supremo Señor; pero el homenaje del ser creado, hecho pecador, no será ya completo sino con la condición de expresar en adelante, con su dependencia de criatura, la confesión de su falta y de la justicia del castigo incurrido por la transgresión de los preceptos divinos; la oblación suplicante del esclavo rebelado deberá mostrar, por su naturaleza, que Dios no es solamente el autor de la vida sino el Arbitro de la muerte.

Esta es la verdadera noción del Sacrificio, así llamado porque separa de la multitud de seres de igual naturaleza y hace sagrada la ofrenda por la que se expresa: oblación interior y puramente espiritual en los espíritus libres de lo material; oblación espiritual y sensible a la vez para el hombre, que, compuesto de alma y cuerpo, debe homenaje a Dios por uno y otro. El sacrificio no puede ofrecerse más que a Dios solo; y la religión, que tiene por objeto el culto debido al Señor, no encuentra más que en él su expresión última.


UNIDAD DE LA CREACIÓN EN DIOS

Por el sacrificio Dios alcanza el fin que se propuso en la creación: su propia gloria1. Mas para que se elevase del mundo hacia su Creador un homenaje que representase la medida de sus dones, hacía falta un jefe que representase al mundo entero en su persona, y que, disponiendo de él como de bien propio, le ofreciese al Señor en toda su plenitud consigo mismo. Pero Dios dispone las cosas de modo más admirable aún: dándole por jefe a su Hijo revestido de nuestra naturaleza, hace que el homenaje de esta naturaleza inferior, revistiendo la dignidad de la persona, el honor rendido sea verdaderamente digno de la Majestad suprema.

¡Maravillosa coronación de la obra creadora! La gloria inmensa que rinde al Padre el Verbo encarnado, ha unido a Dios y a la criatura, tan distantes uno de otro; y rebosa sobre el mundo en abundante gracia que acaba por llenar el abismo. El Sacrificio del Hijo del Hombre llega a ser la base y razón del orden sobrenatural, en el cielo y en la tierra. Como objeto primero y principal del decreto de la creación, salieron de la. nada para Cristo, a la voz del Padre, los diversos grados del ser espiritual y material, llamados a formar su palacio y corte: así también en el orden de la gracia, él es verdaderamente el hombre, el Predilecto. El espíritu de amor se esparcirá de este único predilecto, de la Cabeza, sobre todos sus miembros, comunicando sin medida la verdadera vida y el ser sobrenatural a aquellos que Cristo llama a participar de su divina sustancia en el banquete del amor. Porque a continuación de la Cabeza vendrán los miembros, uniendo al suyo su homenaje; y este homenaje, que de por sí hubiera permanecido por debajo de la Majestad infinita, recibirá, por su incorporación al Verbo encarnado en el acto de su Sacrificio, la dignidad de Cristo mismo.