domingo, 29 de junio de 2025

Sermón Fiesta de San Pedro y San Pablo

Sermón

S.E.R. Pío Espina Leupold


Lección

En aquellos días comenzó el rey Herodes a perseguir a algunos de la Iglesia. Y mató con la espada a Santiago, el hermano de Juan. Y, viendo que agradaba a los judíos, se propuso prender también a Pedro. Y eran los días de los Ácimos. Habiéndole, pues, prendido, le metió en la cárcel, entregándolo a cuatro piquetes de guardas para custodiarlo, queriendo entregárselo al pueblo después de Pascua. Así que Pedro era guardado en la cárcel. Y la Iglesia hacía sin descanso oración a Dios por él. Y, cuando Herodes había de entregarlo, en aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas: y los guardias, delante de la puerta, guardaban la cárcel. Y he aquí que se apareció el Ángel del Señor: y brilló la luz en la habitación: y, tocándole en el costado a Pedro, le despertó, diciendo: Levántate veloz. Y cayeron las cadenas de sus manos. Y díjole el Ángel: Cíñete, y cálzate tus sandalias. Y así lo hizo. Y díjole: Ponte tu vestido, y sígueme. Y, saliendo, le siguió: y no sabía que era verdad lo que hacía el Ángel, antes creía ver una visión. Y, habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que conduce a la ciudad: la cual se les abrió al punto. Y, habiendo salido, atravesaron un barrio: y, acto continuo, se apartó el Ángel de él. Y Pedro, vuelto en si. dijo: Ahora sé verdaderamente que el Señor envió a su Ángel, y me libró de la mano de Herodes y de toda expectación del pueblo de los judíos. 

Hechos, XII, 1-11


Evangelio

En aquel tiempo fué Jesús a la región de Cesarea de Filipo, y preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Y ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elias; y otros, que Jeremías o uno de los Profetas. Díjoles Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Y, respondiendo Jesús, díjole: Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás: porque no te ha revelado esto la carne y la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré a ti las llaves del reino de los cielos. Y todo cuanto atares sobre la tierra, será atado también en los cielos: y todo cuanto desatares sobre la tierra, será desatado también en los cielos. 

S. Mateo, XVI, 13-19


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